En agosto de 1914

Mucho se lee en estos días sobre la naturaleza peculiar y las secuelas de la Gran Guerra, pensada en sus primeros momentos porno pocos optimistas como un conflicto armado que contribuiría al pronto reacomodo de los poderes europeos y la política mundial.En lo más cercano, puede ser de interés recordar lo que dos venezolanos, distantes en posiciones y lugares, registraron sobre los días de agosto de 1914.Rufino Blanco Fombona, desterrado por el régimen gomecista, escribió sus impresiones en París, mientras Manuel Díaz Rodríguez perfilaba en Caracas, desde la Cancillería, la posición del gobierno.En el diario de Blanco Fombo na se leen numerosas entradas, de las que me permito entresacar estos fragmentos: 1 de agosto: ¡Qué soledad en nuestro barrio! ¡Qué tristura! Todo el mundo avizora catástrofes pavorosas. 2 de agosto: ... Francia coge el fusil. A los extranjeros nos obligan a inscribirnos en las Alcaldías. La coacción prueba que la libertad desaparece y que, con la guerra, la barbarie comienza. 4 de agosto: ... Cuantos de pueden alejar de París, se alejan. 5 de agosto: Todo el mundo le pregunta a uno cuánto tiempo va a durar la guerra, como si uno ni nadie pudiera saberlo. 12 de agosto: ...Todo es desconcierto. Nadie sabe nada de nada. Los trenes se ocupan en trasiego de tropas. A los alemanes se les esperaba por el oeste; se presentan por el norte, desflorando a Bélgica y avanzando como una inundación. Mientras Francia cambia de frente, los germanos avanzan. Hay que irse de París.A partir del 5 de agosto co menzaron a llegar a Caracas las notificaciones de las legaciones europeas sobre el desarrollo de la guerra: muchas declaraciones de guerra y pocas de neutralidad. El 8 de agosto el ministro Díaz...

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