La esperanza olímpica

Igor Hernández y Jesús Villafañe

Una dupla histórica

Hace tres años, Igor Hernández y Jesús Villafañe pasaron siete noches durmiendo en sillas y tomando sopas instantáneas. Regresaban de un torneo de voleibol de playa en China y les sorprendió un paro de Air France. Desesperados y sin dinero, pidieron apoyo a su entrenador Mauro Hernández y así pudieron volver a Maiquetía. Hoy, esta dupla será la primera en la historia en representar al país en las Olimpiadas. "Estamos aquí por perseverar Âdice HernándezÂ, pues antes nadie daba una locha por nosotros". Su figuración llegó al ganar los Juegos Bolivarianos, Sudamericanos y Centroamericanos, torneos pre-olímpicos que les asegurarían el puesto, en compañía de Brasil, como únicos suramericanos asistentes.

La decisión que Mauro Hernández tomó al asumir la gerencia técnica de la selección fue juntar a estos dos atletas, con toda la intención de que clasificaran para la cita olímpica. "Ya tenemos ocho años jugando juntos. Yo brindo el bloqueo, mientras que Jesús tiene una excelente defensa, control y visión de juego", dice Hernández, un hombre de 35 años, padre de un niño de 14 y una de 3, elegido como el Jugador más valioso de la Copa Continental disputada en Chile este año y deportista hasta la médula: de adolescente practicó fútbol, béisbol y básquet profesionalmente en San Carlos, su ciudad natal. Luego formaría parte de la selección nacional de fútbol de cancha, hasta que escogió a la arena como terreno de juego. "Es una rama de mayor longevidad, que desgasta menos porque el partido es más breve y se emplea más la táctica", explica. Aunque estén lejos de su familia y deban mantener el foco hasta el día de la competencia, los atletas que viven en la Villa Olímpica de Naguanagua, en Valencia, comparten actividades para esparcirse. "Luego de entrenar, vamos al Centro Comercial La Granja a tomar café. Y cuando son días de pobres, lunes y jueves, vamos al cine", cuenta riéndose Hernández, que rememora como si fuera ayer los días en que voleaba frente al portón de su liceo hasta que su profesora de educación física lo invitó a ser parte de la selección pre-regional.

Maribel Pineda

Apunta hacia el triunfo

Cuando tenía 15 años, y como a cualquier adolescente, no le gustaba hacer nada. Las actividades extracurriculares no eran lo suyo, con estudiar ya le bastaba y sobraba. Su madre, inconforme, le decía: "Pero hija, métete aunque sea en clases de cuatro", y ella seguía renuente. Hasta que llegó una...

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