Álex Ramírez: Algún día me gustaría dirigir a las Águilas del Zulia

La confusión invadía la mente de Álex Ramírez.No era por estar en Japón, tan lejos de su natal Piñango de Yare. Tampoco por enfrentar las incómodas mecánicas de los lanzadores orientales. Mucho menos por el orden casi sobrenatural de la fanaticada. El pelotero, que tenía 26 años de edad en 2001, su primera temporada en el archipiélago, estaba desorientado porque no veía a su estratega hacer ningún tipo de señas.Saben... Uno está acostum brado, en los países de occidente, que el manager siempre da las señas. Se mueve a un lado y a otro, o habla con el coach de pitcheo, dice Ramichán, como es conocido el mirandino, desde el centro de Tokio. Allí desarrolla su vida, acompañado de su esposa y su pequeño de 11 meses con Síndrome de Down.Siempre tuve la espinita de saber quién toma las decisiones y manda directamente en el juego.Ya no está aturdido por las nuevas costumbres. Tiene 15 años en Japón. Se ha convertido en prócer. Nipones lo aclamaron como pelotero activo.Gritaron cada uno de los 2.017 hits que conectó, siendo el único extranjero en superar los dos millares de imparables en la cerrada liga. Celebraron y copiaron sus bailes cada vez que conectaba un cuadrangular. Este año, aplaudieron su designación como manager del Yokohama DeNa BayStars.Ningún latinoamericano ha ocupado un cargo similar por aquellos lares.Ahora me doy cuenta quién da las señas, comenta y su risa se asoma tímida por el auricular del teléfono. Aquí, cada miembro del staff de coach tiene un trabajo. El instructor de bateo se encarga del lineup, el de pitcheo mueve a los lanzadores, el del infield en lo suyo, así como el del outfield. El coach de banco es quien da las señas a los jugadores, el manager está allí para hacer los cambios.Gracias a Dios, la organización me ha dado mucha responsabilidad en decisiones.Llegar a donde está, como uno de los doce pilotos que conducen el circuito del Japón, dividido por Liga Central y del Pacífico, fue algo que se planteó en 2008. Para aquel entonces, con 33 años, dejó el uniforme de las Golondrinas de Yakult y se atavió con los colores de los Gigantes de Yomiuri.Era mi octavo año en Ja pón, recuerda Ramichán.Me dije, ya no tengo nada que buscar en otro lado. El beisbol que conozco está aquí y voy a prepararme para hacer historia aquí. Quiero ser manager en un futuro. Allí tomé la decisión de quedarme’.Ahora que, bajo el anonimato producido por lontananza geográfica, ha alcanzado su meta.Sin embargo, tiene otro objetivo en mente...

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