El animal que somos

Arturo Michelena pintó en La vara rota una escena de tau romaquia en la que se figura el trasiego al romperse la vara del picador contra la mole impenetrable del toro, quien embiste asesino contra el caballo. Los desesperados peones intentan salvar la vida del jinete, cargándolo por encima de la barrera desde donde podemos ver a los tendidos y en ellos, meditabundo y elegante, como ausente de aquel torbellino, al propio pintor.Sólo un ojo nos mira en es te cuadro, apuntando al lugar que ocupamos frente a él: el del enorme toro que embiste contra el cuello del equino.Una línea recta vincula este ojo en su exacto y puntual extremo opuesto con la cabeza, el ros tro, el ojo absorto de Arturo Michelena. Estos dos ojos el del hombre y el del animal así conectados constituyen el verdadero tema del cuadro, más aún que la anécdota de la lidia.No es la primera vez que un gran pintor delega su mirada en el ojo de un animal. Velazquez lo hizo también en el ojo de un toro en su célebre cuadro de Las hilanderas , con el agravante de que en ese caso el ojo es de Zeus, dios perdido en su deseo. Pero la osadía de Michelena es la clara delegación de su mirada en el ojo de una bestia, como si la razón del cuadro fuese la sinrazón de este furor ciego que nos mira.Viéndolo podemos pregun tarnos: ¿cuál es el animal que somos? Hemos heredado del humanismo, convertido en ideología, una sublimación de lo humano que nos hizo olvidar nuestra condición natural, nuestro ser animal. Que el hombre no es nunca fue el centro del mundo; que nunca dejó de ser el objeto de una vasta indiferencia de los elementos parece traducirse por una ansiedad de la que hoy se hacen eco artistas e intelectuales, colocando en el centro de la discusión fi losófi ca y estética el asunto de nuestra condición animal, el asunto animal .Todas las invenciones...

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