La maldición de un apellido

Es cierto. La historia registra y nos enseña que hay apellidos que se convierten en un estigma de todo lo vil del género humano. Un particular deseo de que le venga algún daño a quien sus acciones o sus obras lo convirtieron, para sus contemporáneos o para su posteridad, en lo que sin rubor llamamos un sujeto maldito.Es posible para algunos que no haya nadie más maldito que el atormentado autor de La Philosophie dans le boudoir ou Les instituteurs immoraux . El Marqués de Sade deberá soportar aún donde sea que repose su atormentado espíritu, que su genuina indagación por el placer se haya mimetizado con un instinto carnal tan simple y tan ramplón como lo que hoy calificamos sadismo.Pero si hay alguien que ha padecido la maldición de su apellido sin méritos que lo justifiquen fue Nicolás Maquiavelo. El florentino nunca pensó que su pequeño espejo para príncipes bastaría para maldecir su apellido por toda la eternidad, dejando en silencio sus muy republicanas obras políticas, historicas y teatrales. Maquiavelismo 2.fig. Modo de proceder con astucia, doblez y perfidia, reza el diccionario de la RAE, haciéndolo sinónimo autorizado de deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida, sea cual sea la acepción que tengamos sobre eso tan viscoso como la fe debida. Esa mala fama de Maquiavelo ha rondado la memoria de Occidente desde hace siglos, pero no se crea que es tan antigua como su pequeño libro de consejos de 1513.Er nest Cassirer estuvo convencido que la leyenda negra de Maquiavelo fue una invención de los ingleses del siglo XVII. Nos recuerda que Eduard Meier y Marlo Prar, en su obra Machiavelli and the Elizabethans de 1928, dan cuenta de unas 329 referencias a Maquiavelo en la literatura isabelina. Y en todas partes en las obras dramáticas de Marlowe, de Ben Jonson, de Shakespeare, Webster, Beaumont y Fletcher el maquiavelismo significa la encarnación de la astucia, la hipocresía, la crueldad y el crimen, advierte Cassirer.La maldición proferida por los ingleses a ese apellido alcanzaba incluso para usarlo de la mayor diversidad imaginable, en la literatura del siempre citado William Shakespeare cuando de Maquiavelo hablamos.Famosísimo el pasaje de la Tercera Parte del Rey Enrique VI , durante el monólogo de Ricardo, Duque de Gloucester: Tengo más colores que un camaleón aventajo a Proteo cambiando de forma y al sanguinar io...

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