Atrincherados en casa

D urante todo el 1° de mayo, los cuatro miembros de la familia Medina identidad protegida a duras penas respiraban encerrados en el baño de la habitación principal de su apartamento, en una de las cinco torres de las residencias Terrazas del Paraíso.El ambiente de la sala, la cocina y el resto de los cuartos era irrespirable. Desde las 10 de la mañana comenzaron a recibir el bombardeo lacrimógeno de la Guardia Nacional Bolivariana GNB sin que alguno tuviera tiempo de salir de la casa. Era el tercer bombardeo en menos de 15 días.En medio de pequeñas pausas, uno lograba salir a la cocina para buscar algo de comida al resto y volvía al encierro. Así transcurrió el desayuno, algo parecido al almuerzo y sin darse cuenta les llegó por tercera vez el hambre de la cena. Eran las 8 de la noche y no habían podido abandonar el baño.Ya nos había pasado lo mismo con las protestas del 19 de abril cuando destrozaron las rejas laterales y unos tipos se metieron por los edificios para saquear el Arturos local vecino. Después el 26 de abril cuando se hizo de noche llegó una gente en moto pero vestidos de civil, no eran guardias. Uno se metió a las residencias disparando perdigones y dejó heridos pero era para amedrentarnos porque no se robaron nada. Y después vino lo del 1° de mayo, cuenta Jenny, hija mayor de los Medina.Lo que pasó el 1° de mayo fue la incursión violenta de unas personas que destrozaron la reja peatonal del conjunto y cargaron con ella en una moto, tumbaron las rejas que dan acceso al estacionamiento, entraron a los edificios, partieron los vidrios de las puertas de entrada, prendieron fuego a la garita de los vigilantes e incluso corrieron detrás de unos adolescentes que veían todo desde un área común del salón de fiesta.El asalto había sido precedido por más de nueve ho ras continuas de bombas lacrimógenas lanzadas por la GNB pero durante los 30 minutos que duró el ataque de este grupo no identificado, las tanquetas se retiraron del lugar.Después de eso el silencio fue sepulcral. Poco a poco los vecinos fueron saliendo de los apartamentos y alguien sacó una reja vieja o quitaría la de su propia casa, entre todos la amarraron con guayas en la salida para medio cerrar y pasar la noche. Pero en mi casa nadie durmió ni un minuto, cuenta la joven.Una vecina de la torre más cercana a la calle cuenta que desde ese día su esposo y ella decidieron pasar doble llave, tanto a puerta y reja. Pero además bloquearon la entrada con un tubo.Esta gente...

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