La batalla del ex

No tiene nada que ver con la rapiña, la necrofilia, el gusto por la carroña, con la pelona y cementerios, pero su desaparición del mundo físico, a pesar de su poco peso molecular, se ha constituido en un problema de estado, al rojo vivo, con trascendencia internacional. El grupo que se ocupa de su permanencia sabe que su existencia es una mera formalidad, pero sus puestos, su estatus, su prestigio y todo lo que de ahí se deriva está ligado, inexorablemente, a cómo lo perciba la ciudadanía, en quien reside la última palabra. Nos referimos a la tilde diacríti ca del adverbio sólo, que la Real Academia de la Lengua desaconseja utilizar. Pocos han hecho caso. La gran mayoría prefiere seguir usándola, algo parecido a lo que ocurrió con la grafía de whisky que nunca pudo ser trastocada a güisqui en el uso corriente, mucho menos en el comercial. Nadie compraría nada que tenga esa palabreja en la etiqueta, podría ser chicha gallega. Arf. Aunque quienes van por el mundo amancebados con la lengua tienen fama, y bien merecida, de mantener relaciones insanas y promiscuas todas las veces con la libación de lo que cariñosa y cursimente denominan bebi das espirituosas, los supuestos cancerberos del buen decir, los académicos, parecen desconocer que la grafía whisky identifica al agua de vida, su significado originario, que se fabrica en Escocia, Gales, Canadá, Japón y también en La Miel, estado Lara, mientras que whiskey distingue al que se destila en Estados Unidos. Uno y otro tienen similares...

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