La belleza del arpón

E l mar está picado. Una embarcación emocionada cruza sus aguas. Son los sesenta venezolanos. La lucha armada cuenta con un brazo cultural: El techo de la ballena. Los aires que vienen del Norte soplados por los turbulentos y atormentados Beats, junto a otros procedentes del Sur la anti poesía del chileno Nicanor Parra, se sienten en nuestro territorio. Pero estas influencias, a mi juicio, solo fueron eso, hecho inspirador. Apenas el aire del mundo que enmarca un hecho genuino, propio, en nuestro caso. En su animada embarcación, plena de osados balleneros, arroja su arpón, quizás el más emblemático de estos, el joven Caupolicán Ovalles. Este y el insoslayable Adriano González León, darán cuenta de unas primeras publicaciones. Se escribe y publica ¿Duer me usted Señor Presidente?, afortu nado poema que resonará incluso hasta nuestros días y, seguramente, mucho más allá, con palabras introductorias de González León. Uno deberá ir al exilio forzado en Colombia.El otro será encarcelado. ¿Quién dijo que la literatura no surte efecto en la realidad que llamamos real? Un discurso poco usual va toman do forma en la poesía venezolana.El poema que hiere, denuncia, grita, ofende. Que se defiende como bestia acorralada por lo absurdo de la situación política y social. Lo estético no desaparece pero asume nuevos modos, nuevo discurso, con apariencia de conversación llana, entre imágenes y metáforas al servicio de la comunicación. El poema forma y fondo, adquiere matices distintos. El poema tiene la belleza de un arpón.Tanto en la bibliografía teórico his tórica sobre El techo..., cuanto en la mirada desprevenida de quienes se acercan a la lírica de esos momentos, notamos a Caupolicán Ovalles como uno de los más destacados miembros.Esa difusa idea gestada en Salamanca España y cristalizada en Caracas con el concurso de otros entusiastas artistas, producirá unas ediciones fundacionales, no solo para la agrupación misma, sino para nuestra literatura, en general: el ya citado ¿Duer me... en 1962 y Asfalto Infierno, de Adriano, al año siguiente. Esos textos híbridos de González León terminarán enfundados en la palabra magistral de su novela País portátil, que en 1968 verá la luz por vez primera, acreditada con el prestigioso premio de Seix Barral.Se engaña quien centre lo mejor de la producción...

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