La bicha: una constitución de goma

Si algo debemos admitir, aun a regañadientes y no exentos de vergüenza, es que Chávez ha hecho en Venezuela lo que le ha venido en gana. Sus caprichos son leyes. Sus antojos y manifestaciones de megalómano se tornan decretos oficiales. Sus desvaríos, edictos. Todo comenzó con el jura mento sobre la Constitución moribunda. Logró convencer y enamorar a los llamados notables, esos feroces antipolíti cos que acorralaron a Carlos Andrés Pérez, convertidos en un santiamén en mansos corderitos, callando y comiendo obedientemente el pasto del desprecio de la mano del recién estrenado presidente. Ay de ellos. Asistieron como embobados a las primeras reuniones en Miraflores, donde le reían a mandíbula batiente las ocurrencias del sabanetés. Tomando sus cafecitos. Poco a poco los fueron borrando del listado de invitados. Cada vez eran menos los notables seleccionados. No notaron la soga sino cuando les apretaba salvajemente el cuello y los testículos. Entonces empezó la cambia dera. Primero el nombre de la nación. República Bolivariana, y por ese despeñadero se fueron todos. Estado Bolivariano de Miranda. Municipio Bolivariano Libertador. Tornillo sin fin. Papá, dijo la niña, no me gusta el caballito en el escudo. Santa petición. El caballo fue cambiado y la niña complacida. Ahora que lo veo, con la sabiduría del tiempo, reconozco que fue una burla monumental. Un feo lunar en el rostro de la democracia. Vestidos de blanco y con ges tos teatrales abrieron el sarcófago, más bien profanaron, la tumba del Libertador para satisfacer no sólo una especie de curiosidad morbosa, sino para dar rienda suelta al paroxismo según el cual Bolívar fue envenenado por Santander y Páez. La Fiscalía abrió una investi gación. Qué locura. Le guindó la octava estrella a la Bandera Nacional para encarnar, en sus pasiones oníricas, el papel de Simón Bolívar. Una oposición enloqueci da, gerenciada por muchos de aquellos que, precisamente, habían preparado un reconstituyente caldo de cultivo donde más tarde engordaría el...

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