La Blanquilla siempre está solita

Cómo llegar. Supongo que la única forma es tener algo que navegue, convencer a quien lo tenga de que te lleve y estar dispuesto a quedarse en carpa o chinchorro, sin agua dulce, ni luz ni TV o comunicación telefónica. Es un regreso a lo primario, tal como adoro las vacaciones. Había una pista medio clandestina en la playa El Americano, pero la Guardia la desmanteló y la que utiliza la Armada es exclusiva y se requiere permiso. Travesía lunar. Hace algunos años leí El elogio de la lenti tud, un ensayo extraordina rio que me sosegó bastante. El mismo principio de slowfood que se aplica al placer de comer y descarta la comida chatarra, se amplía para los viajes. No hay que ser un turista sino un viajero, un ser que se goza los trayectos, se queda en una ciudad o pueblo hasta que el corazón lo mande al próximo, conversa con los habitantes, prueba sus sabores e indaga en sus aromas. Cuando empecé a navegar en velero comprendí la lentitud en su más profunda acepción. No puede haber afán. El viento determina la velocidad y si se detiene, el motor nunca será mucho más rápido, el sonido atormenta y el barco navega como dando tumbos. Por lo tanto amas el viento como a tu vida y lo pides de rodillas ensangrentadas. Dicho esto les cuento que pa ra llegar a La Blanquilla desde Puerto La Cruz en un velero pequeño puede tomar hasta 23 horas. Lo hicimos en luna llena, con mar muy amable y vientos leves, a veces inexistentes. Es muy relajante. Comes, escuchas música, conversas, ves el mar, la luna, el espacio lejano, la vela que ondea, la estela suave y, a veces, duermes. Cuando por fin amanece es una ricura montar el café y preparar desayuno. La primera impresión. Es plena Semana Santa y en La Blanquilla no hay nadie. Llegamos al puesto de la Armada a reportarnos. Los guardias amabilísimos hacen la inspección del velero, solicitan los papeles y nos muestran el paisaje de almanaque que los cobija durante los 5 meses que pasan ahí. A un lado del puesto, donde tienen el mirador, se lanzan desde 15 metros a una herradura de mar transparente. Aseguran que quien no se lanza no ha ido a La Blanquilla. Lo dejamos para otro momento. Acabábamos de llegar. Eran las 4:00 pm y habíamos salido de Puerto La Cruz a las 6:00 pm del día anterior. Buscamos una bahía para an clar. En todas provoca. El Yaque Âque así le llaman tiene un par de palmas datileras en todo el centro. Lucen como un florero. El mar se mueve un poco, pero ahí preparamos costillas de cordero a la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR