Con la boca llena de dinero

Durante los primeros veinte años del siglo pasado, Estados Unidos tuvo un desarrollo económico como en ningún otro período de su historia, dejando atrás su condición de antigua colonia británica para colocarse en la lista de potencias mundiales. Apuntalado por el impresionante desarrollo industrial que siguió al fin de la Guerra Civil (1865), el país entró a la década de los años veinte, los Golden Twenties , en la cual se disparó el consumo y la sociedad comenzó a afianzarse como una definitivamente urbana. El gran Gatsby (1925), la segunda novela de Francis Scott Fitzgerald, es la obra capital de esta época, la Era del Jazz, que en lo cultural representó la entrada de las vanguardias. Sin embargo, si esta novela se mantiene casi un siglo después como una obra central de las letras estadounidenses (diría que también mundiales) es porque la densidad de su simbología muerde el mito fundacional del país: el Sueño Americano.

Si bien el enigmático Jay Gatsby es un personaje trágico porque su obsesión por enriquecerse busca agradar a Daisy Buchanan, la mujer que al final lo desdeña, es la caracterización de esta mujer la que puede decirnos más de los (inconcientes) fines moralizantes de Fitzgerald con la obra. Además de su pelo rubio, su seductora voz es el único atributo físico con el cual se la describe. Para Gatsby está "llena de dinero" y Carraway piensa que su atractivo inacabable estaba en "la seducción que subía y bajaba allí su cascabeleo, su música de címbalos". Incluso, durante el primer encuentro entre Gatsby y Daisy, Carraway relaciona el enamoramiento del protagonista con la entonación que ella usa: "Creo que esa voz los apresaba con su fluctuación, ardor febril, porque no podía soñarse demasiado; esa voz era una canción inmortal".

A pesar de que Daisy es el epítome de la flapper y, por ende, es evidente su identificación con el arquetipo de la f emme fatale , al describir su voz como "llena de dinero" se la acerca a una sirena, cuyo canto suena a monedas. Allí hay una díada indivisible entre mujer y riquezas cohesionada por la fuerza del deseo de Gatsby, con lo que Fitzgerald desafía el Sueño Americano, o el convencimiento de que todos los habitantes de Estados Unidos, sólo con trabajo y determinación, pueden lograr sus objetivos de vida, mentalidad que enmascara el vano propósito de acumular dinero.

Es evidente que el arquetipo que subyace debajo de las figuraciones de Daisy es el de la femme fatale : la bella mujer demoníaca que...

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