Bosquejo histórico del constitucionalismo bolivariano

AutorRaúl Morodo
Páginas21-30

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En esta ponencia1, resumen de un ensayo más extenso, desarrollaré un viejo tema polémico: me refiero a las ideas políticas y aportaciones constitucionales de Simón Bolívar, dentro del marco de la independencia de la América española, en que Bolívar fue protagonista central. Sus textos (epistolario y Memorias, Mensajes y proyectos de códigos) y contexto estructuran unos escenarios, dinámicos y de gran complejidad, dominados por conflictos bélicos, confusión política y anarquía social e institucional. Como introducción, expondré unas reflexiones sobre el carácter polivalente del corpus doctrinal bolivariano, así como unos breves apuntes sobre su formación intelectual. No en esta ocasión, pero sí, tal vez en otra, comentaré el problema de su legado simbólico que, en la actualidad, como subconsciente colectivo en el imaginario popular, es un elemento que forma parte, en gran medida, de la identidad nacional venezolana.

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La figura de Bolívar, como carismático jefe militar de la Independencia de cinco países, estadista y propulsor de Constituciones, ha sido objeto continuo de discusión política y doctrinal. Hay aquí algo enigmático, como si su daimon griego proyectase, en su vida y obra, versatilidad y lucidez al mismo tiempo, siendo, de esta manera, difícil instalarse ante ellas con neutralidad: vindicadores y detractores forman legión sin que la distancia histórica sosiegue los juicios, como puede verse en la monumental obra de Filippi. Su laberinto personal –éxitos, frustraciones, derrotas- fue y sigue siendo trasunto literario, de Lord Byron a Pablo Neruda, de Menéndez Pelayo a García Márquez. Y, sobre todo, su laberinto político traspasará fronteras e ideologías. Ya en su coetaneidad, de París a San Petesburgo, encenderá debates: así, en la famosa polémica entre los liberales Benjamín Constant y el abate De Pradt, que abrirá cauces para posteriores posiciones doctrinales sobre la legitimidad de los poderes de excepción. Para los decembristas rusos anti-zaristas de esta época -nobles e ilustrados- Bolívar será referente de la emancipación popular (así, Pestel –en su Ruskaia Pravda (Justicia Rusa). Años más tarde, en el marxismo, la ambivalencia tendrá también cabida: se pasará, de una crítica anti-bolivariana, en los escritos neoyorkinos de Marx, en 1858, hasta un revisionismo elogioso, pero que solo aparecerá en la historiografía tardía pos-stalinista. Y, también, en el siglo XX, en el fascismo europeo –sobre todo, italiano: Volpe, Bottai- será considerado Bolívar como el gran modelo heroico de la latinidad imperial o príncipe nuevo renacentista.

Este continuum que, en el fondo, es, a veces, soporte instrumental ideológico, tendrá, pues, largo trayecto. En el marco del positivismo liberal-conservador, incluso en el autoritario (de México a Brasil), la obra política bolivariana se conceptualizará como el necesario y útil cesarismo democrático (con Vallenilla Lanz). Otras interpretaciones se acumularán, en la diferenciación o coincidencia: así, en Mariátegui, Blanco Fombona, Lecuna, Arciniegas, Uslar Pietri, Morón, Rangel. Y, últimamente, en el caso concreto venezolano, a raíz de la actual Constitución y el movimiento que la impulsó (chavismo) se revivirá la polémica: Pino Iturrieta, Caballero, Brewer-Carías, Escarrá, Velasco, entre otros ensayistas y juristas.

En España, la historiografía no ha sido muy distinta,, pero que tiende a ser Bolívar asimilado y recuperado acudiendo a las raíces hispánicas, aunque con supuestos ideológicos antagónicos: desde un ultra-nacionalismo (el Franco-Bolívar de Giménez Caballero) a proyecciones humanistas, como el Don Quijote-Bolívar de Unamuno, o el elogio poético de un presidente de República española, y además federalista, que un Rey de España podrá asumir institucionalmente: “donde duerme Bolívar cabe un mundo” (Castelar y Juan Carlos I) y, también tesis encontradas entre exiliados republicanos: Ortega y Gasset (Eduardo), Grases o Madariaga.

En esta ojeada, aquí simplificada, vemos surgir, así, un Bolívar ilustrado y romántico, aristócrata y demócrata, utópico y pragmático, deísta y masón, ateo y católico institucional, rebelde y patriota nacionalista, centralista y confederalista americano, incluso pre-fascista y pre-socialista: en Bolívar, así, cabe un mundo multipolar. La cuestión es quien lo interpreta, con qué objetivos y en qué coyuntura. Con todo, hay constantes.

Su formación, en el marco de su contexto social, quizás pueda mostrar algunas claves orientadoras. Simón Bolívar (Caracas, 1783) pertenecía a la aristocracia criolla (desde el siglo XVI, su familia se instala en Venezuela). Clase llamada mantuana o gran cacao, terrateniente y esclavista. Dos ilustrados (Andrés Bello, el gran gramático, y Simón Rodríguez, libertario utópico) serán sus jóvenes maestros. Viajará y vivirá en Europa más de seis años. En Madrid, primero, con su tío, el jovellanista marqués de Ustáriz. Más tarde, París será su centro cultural: leerá a Voltaire, Condillac, Siéyès, Raynal y, sobre todo, a Montesquieu y Rousseau; a Plutarco y a los clásicos romanos, pero, también, a Maquiavelo, Spinoza, Hobbes, Locke y Filangieri. Por sus cartas y memorias de amigos o edecanes (Flores, Pala-

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cios, O’Leary, Perú de la Croix) conocemos los datos de estas lecturas. Frecuentará los salones de moda parisinos, hablará con Humboldt sobre la independencia americana, admirará el genio militar de Napoleón, en su cénit, pero lo verá como “tirano, destructor de la libertad”. En las afueras de Roma pronunciará su juramento romántico por la Patria: luchar por la independencia de la América española hasta la muerte. Ya, en su breve tercer viaje a Europa, a Londres, tratará a Miranda, Pitt, James Mill, Blanco-White y, según se dice, verá a Bentham- ya gran gurú de la codificación planetaria: sus Tratados, traducidos al francés, se distribuirán profusamente por América (se habla de 40.000 ejemplares) y en Bolívar influirán. Bentham y Bolívar tendrán, más tarde, correspondencia epistolar (Pedro Schwartz/C. Rodríguez Braum)

En un intento de sistematización del constitucionalismo bolivariano, propondría el siguiente: 1) Un constitucionalismo de la independencia; 2) Un constitucionalismo de transformación y transacción; 3) Un constitucionalismo de horizonte utópico; y 4) Un constitucionalismo de la excepcionalidad interina dictatorial y fin de ciclo.

I Primera etapa: la crítica a la constitución de 1811: mensaje de Cartagena, primeras bases constitucionales, carta de Jamaica
  1. Junto a episodios efímeros pre-independentistas (Gual, España, Miranda), el punto de inflexión que marcará ya el irreversible camino de la Independencia estará en las Jornadas de Bayona, en 1808, con las renuncias borbónicas a la Corona española y americana. Dentro de la confusión, los notables criollos formarán una Junta de Defensa de los derechos de Fernando VII, deponen al Gobernador y asumen la soberanía que proclamarán, en principio, solo interina. Su argumentación jurídica será similar a la de los constituyentes gaditanos: vacío de poder, dinastía intrusa, falta del...

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