La calumnia desesperada

Encontrar explicación a las calumnias lanzadas por el régimen para descalificar a la oposi ción no parece tarea complicada, si consideramos que en el pasado, desde los tiempos de Chávez, los voceros de la revolución se han lucido en ese tipo de operaciones. Las denuncias de magnicidio han sido tan habituales que formaron parte de la rutina, hasta el punto de que fuese hecho curioso que no circulara un anuncio quincenal. La alarma sobre golpes de Estado ha aderezado con creces nuestras horas de espectadores ante la inminencia de unas conmociones divulgadas con bombos y platillos. Los ataques contra dirigentes políticos con nombre y apellido que preparaban una conspiración con ayuda de la CIA, o una guerrilla para impedir la felicidad del pueblo, le ha dado color al paisaje nativo, sin que nadie se haya asombrado ante el monocromático fastidio.Así son las revoluciones des de que el mundo es mundo, pero también aquellas que apenas lo son a medias, o aún de mentirijillas, como la venezolana. Han construido su leyenda y han dado plataforma a su proyecto de aniquilación de un determinado tipo de sociedad partiendo de una continuada trama de calumnias. Por ejemplo: así como en Francia envolvieron en porquerías absurdas a María Antonieta para ocuparse después de Dantón con argumentos del mismo cuño, sin preocuparse por la falta de escrúpulos y por la contradicción que resumían, en la Unión Soviética metieron en el mismo saco de maledicencias sin sostén a las asustadizas hijas del zar y al aguerrido Trotsky.Para acabar con una sociedad se deben aniquilar las reputaciones florecidas en su seno, o las que estorban la estabilidad de los cabecillas de la insurgencia. No hacen falta las evidencias concretas. Bastan las sospechas, cuando existen de veras, o un necesario plan para expulsar de la historia a los representantes de las fuerzas juzgadas como contrarrevolucionarias. Lo demás es coser y cantar, en pos de una época dorada que jamás llegará. Si ha funcionado así desde siempre, debemos esperar situaciones idénticas aún en el caso de una pendencia cojitranca y esperpéntica como la bolivariana.Pero las explicaciones uni versales no son suficientes. El color local se les escapa, la basura doméstica, la perversión de los...

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