Cambio de dieta, cambio de vida

Cuando Oscar Navarro recibió un diagnóstico de diabetes tipo 2, sus niveles de colesterol y glicemia lo obligaron a cambiar a fondo. "Antes consumía mucha comida chatarra y era muy desordenado, pero entendí que tenía que cuidar mi salud". Con la ayuda de una nutricionista y la adopción de actividad física, de 115 kilos bajó a 82. Aunque reconoce que las primeras semanas fueron difíciles -"fatales", acota divertido-, hoy dice que su diabetes está controlada y que se siente mucho mejor. "Claro, uno tampoco es un monje. Si voy a una fiesta me tomo mi whiskicito y de vez en cuando me hago el loco", se ríe. "Pero ciertamente se me quitaron la pesadez y la flojera, y me siento más resistente. Como menos grasas, ceno ensaladas, voy al gimnasio. Eso fue hace 15 años -hoy tengo 60-, pero sentirme bien me mantiene motivado y por eso sigo. Cuando comes mal y no te mueves, sientes que envejeces más rápido". Rosemary O. decidió mejorar sus hábitos hace 6 años. "Antes ingería comidas rápidas cuatro o cinco veces a la semana. Ahora las como muy poco, evito las carnes rojas, he incorporado soya y té verde, y bajé 12 kilos. Me quité el estreñimiento, la gastritis, la caída del cabello y piedras en los riñones gracias a estos cambios. ¡Ha sido lo mejor que he hecho!", dice entusiasta vía Facebook. José Antonio D. también se replanteó su dieta. "Cuando era soltero trataba de comer 'sano' pero comencé a optar por la vida fácil: comida de microondas, comida rápida, cosas fritas. Me gustan mucho los postres y de noche comía chocolate y helados. Al casarme las cosas cambiaron para bien; vi la necesidad de preparar la comida en casa, más saludable y sin gastar tanto. Leí recetarios para preparar platos para mi esposa, a la que no le gusta cocinar. Asumí el reto y me encantó. Hoy nos sentimos saludables y con buen peso; mi esposa es bioanalista y en nuestros controles de laboratorio estamos dentro de límites normales".

Del cielo a la tierra. Clementina Ellenberg es nutricionista y señala que los primeros cambios que refieren sus pacientes radican en la vitalidad, la calidad del sueño y la respiración, sobre todo en personas con sobrepeso. "Es previsible que haya un poco de mal humor al principio porque la gente se siente restringida para algunas cosas, pero muchas se pueden negociar. El estado de ánimo va mejorando y el individuo va sintiendo que rinde más física e intelectualmente", señala. Las evacuaciones son más suaves y regulares y los trastornos menstruales...

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