De la Camorra al Estado malandro

I Mirado desde lejos, el pequeño rústico verde descapotado, un Méhari, fabricado por la Citroën a finales de los años sesenta, sugiere algo festivamente juvenil. Pero al acercarnos nos enteramos de que es el testimonio de una tragedia. El 23 de septiembre de 1985, dentro de ese auto fue asesinado por la Camorra Giancarlo Siani, un joven periodista que se atrevía a escribir sobre los horrores de la legendaria organización criminal del sur de Italia.La exhibición del auto, aparte de un homenaje a Siani, es también un símbolo, un alerta siempre encendido, en relación con las amenazas a las que se enfrentan el buen periodismo y los periodistas en su tarea de detectar la verdad y comunicarla.La sala-homenaje se ubica dentro del Palacio de las Artes de Nápoles, donde esta semana se celebra Imbavagliati, en italiano, amordazados. Un Festival Internacional de Periodismo Civil concebido para ofrecer a los periodistas que trabajan en naciones donde la censura dictatorial no les permite expresarse libremente, o donde el contexto social es una constante amenaza, un espacio para que cuenten sus historias y las confronten con sus colegas napolitanos. Es lo que dice la invitación oficial.II Desirée Klein, creadora y directora del evento, inicia la instalación explicando que los invitados de este año somos comunicadores de Turquía, Libia, Irán, Egipto, Siria y Venezuela. Entonces comprendo que el país al que pertenezco, internacionalmente ya no juega en democracia sino en las ligas mayores de los gobiernos más autoritarios del planeta. Rusia y Zimbabue estaban en el programa, pero no pudieron llegar.Escribo esta nota el jueves 21, un día antes de la exposición sobre Venezuela, a mi cargo, en una sesión que bajo el título de Censura del régimen: Venezuela y Turquía, periodistas en el visor compartiré con Fehim Tastekim, un periodista turco perseguido por su gobierno.Fehim perdió su puesto de trabajo en el diario Radikal de Estambul por la presión que sobre sus directivos ejerció el aparato represivo de Erdogan. Y, por si fuera poco, la policía recogió algunos de sus libros calificándolos de pruebas de delito, a pesar de que no ha sido condenado en proceso legal alguno. Lo que es una suerte para Fehim. Porque en Turquía en este momento hay alrededor de 140 periodistas presos y en lo que va del mes de septiembre, como lo...

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