Caracas, la malquerida

C aracas es un aro perimetral que, en su lado anverso, esconde el jardín más gigantesco del mundo, el Litoral, mientras que en su interior resguarda el cañón del valle central. Sin embargo, es una ciudad fracturada. Durante los últimos veinte años ha sido duramente castigada, se ha propuesto incluso el quiebre de su condición rectora, partiendo de la idea anacrónicamente positivista que propone trasladar la capital al centro geométrico del país. Caracas, víctima de una tragedia, remonta el nuevo siglo con un doble desafío que debilita esa condición histórica y que establece un clima de incertidumbre, cuya imagen se desprestigia en la región: hoy ocupa el 24° lugar de interés, para las grandes inversiones, entre las capitales de Latinoamérica: con relación a su dimensión, es la 16°; en cuanto a la violencia y la inseguridad, es la 1°; mientras que La Habana, Bogotá, San Juan de Puerto Rico o Cartagena de Indias apuntalan sus presencias geográficas en el Caribe, hacemos de Caracas, también, la víctima o victimaria de una descentralización hacia dentro.Inexplicablemente, olvidamos que esta ciudad constituye el escenario de la inmensa fortuna de su historia instalada en su naturaleza proverbial, invertida en infraestructura, resguardada en su potencialidad turística y de servicios. La bizarra designación de un estado Vargas 1997, al arrebatar el derecho y la responsabilidad caraqueña sobre el Litoral, plantea una contradicción de consecuencias catastróficas que podrían concluir en la inexorable pérdida de su frente marítimo y del puerto de La Guaira y del aeropuerto de Maiquetía, como la oferta única que garantiza la mejor ciudad implantada en el Caribe. Aquí surge el verdadero desafío: el derecho a la reconstrucción del paisaje como parte insustituible de la Caracas de siempre. Pues la catástrofe no está en la naturaleza, sino en las consecuencias de las malas decisiones. Detrás de toda esta temible controversia, asumida a partir de una iniciativa separatista acentuada por la malquerencia de la última democracia, se esconde la clave del asunto: ¿hacer de Caracas la capital del Caribe es un problema de Estado?, ¿es Caracas un prodigio de oportunidades para el dominio de la geopolítica y el trueque de las riquezas?, ¿cómo neutralizar la intención de un gobierno descentralizador para hacer de la ciudad lo que su geografía demanda como una prioridad? Si queremos hacer de Caracas una ventana al mundo, no por la dimen sión de las inversiones, sino...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR