Una casa para salir adelante

La comunidad de Turgua queda a sólo 45 minutos de La Lagunita, en El Hatillo, el municipio con menos pobreza del país. Pero es otro mundo. Con 1.200 habitantes, los 13 caseríos de Turgua asentados a ambos lados de una carretera maltrecha carecen de los servicios básicos de transporte y una tubería de agua intacta. En caso de una emergencia médica Âcomo mordeduras de culebras ni siquiera cuentan con un carro, afirma Gustavo Cisnero, líder de la comunidad.

Son esos asentamientos aislados los que la fundación Un Techo para mi País eligió para trabajar en Venezuela. Desde que la organización llegó al país, en diciembre, ya han construido 15 casas con 150 voluntarios.

Son viviendas prefabricadas, de un ambiente con 18 metros cuadrados, piso y paredes de madera y techo de lámina.

Se construyen durante 2 días con 10 voluntarios, de los cuales dos han recibido capacitación técnica. Para seleccionar a los beneficiarios, los voluntarios visitan los asentamientos y preguntan a todas las familias interesadas acerca de su situación socioeconómica.

Registran sus ingresos, la edad y las condiciones de salud, el estado de su vivienda para después determinar quiénes son los más necesitados.

Una de las familias que ya tiene casa es la de Rafael Castro, de 41 años de edad, y Jamilet Martínez, de 27 años de edad, que tienen tres hijos de 10, 7 y 5 años de edad. Viven en el sector La Cruz, al que se llega a pie por empinadas trochas de tierra. Sentados al lado de su casa vieja de madera y cartón piedra cuentan cómo se enteraron a través de una llamada de la fundación que iban a tener una casa nueva, que ahora les sirve para dormir. "Sentímos mucha alegría", recuerda Rafael.

"Eso no se había visto nunca por acá. Había otras personas por ahí que son pura promesa y no cumplen".

Cuando llegó el fin de semana de la construcción, varios días después, tuvieron que trabajar bajo la lluvia. "Caía un palo de agua".

Aunque el trabajo se hizo más difícil, los voluntarios no perdieron el ánimo, destaca Jamilet. "Hasta los niños ayudaron, y de las cinco casas que se hicieron, la nuestra fue terminada primero", asegura Rafael.

"Estábamos muy contentos todos, tomando fotos, pusieron una cinta para cortarla, fue muy bonito. Los niños estaban contentísimos, lloraron", expresa Jamilet. "Son muy pegados con los muchachos de la fundación y los muchachos también con ellos", añade Rafael mientras los observa rodear a la gerente general de la ONG en Venezuela, Sylvia Chamorro, y el...

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