La chica del tren

Si Dickens no hubiera escrito El Guar davías, Paula Hawkins no habría escri to, sin lugar a dudas, La chica del tren.Paula Hawkins se trasladó un buen día de 1989 desde Zimbabue, su país de nacimiento, a Londres donde ha permanecido desde entonces. Es periodista y esta es su primera novela. Un éxito de ventas de cinco millones de ejemplares y como tal, se trata de un asunto crematístico para algunos y de un suceso literario, para otros. Personalmente, creo que La chica del tren es una buena novela, una buena novela de época, además, por la forma en que ha logrado poner en blanco y negro las andanzas y vicisitudes de una parte de la clase media londinense en busca de una felicidad indefinida. La felicidad en compañía, es decir, la de una mujer al lado del hombre, no tanto el de sus sueños, sino del que tiene a mano.Rachel Watson, al borde del alcoho lismo, viaja a Londres todos los días, sin necesidad aparente, en el tren de las 8:04 desde la población donde vive.Rachel conserva todavía el apellido de quien fuera su esposo del que se ha divorciado por no haber logrado tener un hijo y por haberse dado desaforadamente, luego, a la bebida. También ha sido expulsada, simultáneamente, tanto de la que había sido su casa, como de su trabajo y vive ahora en la de su amiga Katy, compañera de estudios.Por cierto, es la única persona normal dentro de este espacio narrativo que se bifurca en cinco hilos argumentales de intriga y suspenso, entorno a esa difícil cohesión entre parejas.Otra de las mujeres, Megan las cua tro de la obra van a dar cuenta de lo que hacen a través de un diario desaparece con la sospecha de que ha...

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