Sobre la televisión se cierne una nueva capa de oscurantismo

En 1989, con 30 años de edad, Leonardo Padrón se inicia en la escritura televisiva con la novela Amanda Sabater . Tuvo un comienzo nada despreciable: fue Salvador Garmendia, guionista de la historia, quien le enseñó los primeros trucos.El joven agarró confianza. Escribió libros de poemas, guiones de películas y novelas como Gardenia, Amores de fin de siglo, El país de las mujeres, Amantes de luna llena, Cosita rica, y La mujer perfecta, entre otras. Una experiencia vasta que lo convirtió en referencia y testigo privilegiado del género, su significado para el país y, algo tan debatido hoy, sus efectos en la sociedad venezolana.Cuando se le pregunta si las telenovelas son responsables de la violencia social, su respuesta sorprende: Me tientas a invocar una de las mejores anécdotas del género de la telenovela en su historial. En la guerra de la antigua Yugolasvia entre Bosnia y Herzegovina, se cuenta que el único momento de cese al fuego era cuando transmitían Kassan dra , una novela de RCTV. Si vamos a manipular, te podría decir entonces que las telenovelas más bien contribuyen con la paz mundial.Padrón destaca que desde que el chavismo está en el poder la cantidad de telenovelas que se hacen disminuyen y los homicidios aumentan. Cuando se transmitió Amanda Sabater de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia, la tasa de homicidios era de 13 por cada 100.000 habitantes.Hoy son 79 los fallecidos por cada 100.000 habitantes.--¿Aumentan nuestras telenovelas las cifras de violencia? --El argumento del presidente Nicolás Maduro es tan inconsistente que ya aburre rebatirlo. ¿No resulta paradójico que en 2013, el año más violento del país en la historia reciente, se haya transmitido solamente una novela nacional? ¿Tanta mortandad la causó la novela de Carlos Pérez? Si no hubiera tantas muertes involucradas en el tema, diría que es risible la tesis. Maduro escamotea la responsabilidad del Estado.Ahora intenta desdecirse, pero todos lo escuchamos en cadena nacional. Y ni una sola línea de su discurso para hablar de la delincuencia organizada, del poder de los pranes, de las millones de armas ilegales en las calles, de los secuestros que se dirigen desde las cárceles. Nada. Más bien hizo énfasis en que no se le estaba declarando la guerra al hampa, pero sí a las telenovelas. Buena parte de los países latinoamericanos consume las mismas novelas que Venezuela, y sus índices de criminalidad son notoriamente menores. Al menos 130 países del...

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