Clases entre hambre, crimen y emigración

L a crisis económica entró de lleno en los salones de clases.Así como sube la inflación, aumentan las dificultades para impartir y recibir una educación de calidad. Cada día el esfuerzo que deben hacer los maestros para no desistir y mantenerse en sus puestos de trabajo es mayor, mientras que la deserción escolar no parece tener freno. Los estantes de los supermercados siguen vacíos y los pupitres en los colegios se contagian de esta misma condición. La escasez y la mala alimentación han sido el común denominador de este año escolar que termina con depresión e impotencia.Los niños de primaria evitan gas tar energías en juegos y suplican por meriendas en sus colegios. Los más grandes de segunda etapa pierden evaluaciones para acompañar a sus mamás a comprar comida. Los adolescentes de bachillerato analizan el panorama y optan por desechar sus sueños de ser profesionales para solucionar las necesidades de sus hogares con oficios informales.En la memoria y cuenta de 2015 del Ministerio de Educación se señala que 32 millardos de bolívares se destinaron a la Corporación Nacional de Alimentación Escolar CNAE para cubrir los gastos en comida de 4 millones de estudiantes: apenas 8.000 bolívares para cada uno durante todo el año. No es extraño entonces que el programa de alimentación se reparta en algunas instituciones sin los nutrientes necesarios, que sea insuficiente para todos los estudiantes o simplemente que no llegue.A pesar de toda la propaganda que le ha hecho el gobierno, después de crear la corporación el programa ha tenido más fallas que en años anteriores. El desabastecimiento de Mercal y Pdval, que surten a las escuelas, impide que se asignen los insumos correspondientes. Se hacen...

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