La tenacidad de Er Conde del Guácharo

Es fácil distinguirlo entre la multitud que ese día se ha reunido en torno a una celebración en las instalaciones del periódico. Devuelve el saludo a quienes, con afecto, se acercan a él en sus intentos por obtener un comentario hilarante. Benjamín Rausseo hace presencia elegantemente vestido, en el extremo opuesto del personaje que lo ha llevado a la popularidad en Venezuela. Se nota a leguas que entre Er Conde del Guácharo y él hay una distancia muy bien marcada, sólo que para la mayoría es difícil notarlo –o aceptarlo–. Su presencia genera de inmediato una expectativa de show o de breve stand up comedy que nunca llega a concretarse, pues él está allí por otras razones. En el estudio de fotografía se muestra impaciente. ¿Para qué tantas fotos si al final siempre eligen una?, pregunta ante3 8 petit comité que se ha formado en torno a él, y que incluye a su asistente, a una pareja que lo acompaña, fotógrafo, asistente de producción, y un trío de empleados curiosos. Minutos después, se muestra dispuesto a responder las preguntas, aunque es inevitable que su personaje se interponga o responda por él de forma breve y concreta. El humor puede ser arma, pero también escudo.

La revelación de Musipán. Medio siglo parece mucho tiempo. Pero para Benjamín Rausseo es apenas la mitad de su propio camino. Llegó a los 50 con una carrera artística de 29 años a cuestas que incluye incontables presentaciones en vivo, situaciones insólitas en el programa Sábado Sensacional, una poco explorada faceta como cantante de boleros, una controversial candidatur presidencial, un camino trazado como empresario (con dos parques temáticos en su haber), un título de abogado y, más recientemente, una película estrenada que –a pesar de las duras críticas– se ha convertido en una de las cintas venezolanas más vistas en el país. El niño que nació en Musipán (su pueblo de origen, ubicado en el estado Monagas) o el joven que vivió en Puerto La Cruz limpiando zapatos y trabajando en un taller mecánico, nunca imaginó semejante destino. Pero sí soñaba con él. Gracias a su hermana conoció Caracas y se instaló en la capital para lograr su objetivo: salir en televisión. Y mientras trabajaba como mesonero se dedicó a un curso intensivo de formación de artistas dictado por Levy Rossell, destacada figura de la dramaturgia local.

Er Conde y Benjamín. Aunque terminó sus estudios de arte dramático con gran éxito (ganó el premio César Rengifo como mejor dramaturgo en 1985), su carrera...

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