Los conflictos interfamiliares Wayuu

AutorWeilder Guerra Curvelo
CargoObservatorio del Caribe Colombiano Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) wilderguerra@hotmail.com
Introducción

La persistencia de conflictos sociales en el territorio de la península de La Guajira se encuentra copiosamente evidenciada en las fuentes históricas, ya sean éstas crónicas coloniales o se refieran a documentos correspondientes al presente siglo. De hecho, en el resto de la costa atlántica colombiana, y en menor grado en otras regiones del país, subsistió hasta tiempos recientes un estereotipo violento del territorio peninsular que asociaba a sus habitantes con la práctica consuetudinaria del contrabando y con la realización de sangrientos enfrentamientos entre familias extensas, que en muchas ocasiones desbordaron su escenario primigenio para concretarse sobre otras ciudades del Caribe.

La sociedad peninsular se encuentra pues, relacionada por los miembros de la sociedad nacional con la práctica de actividades comerciales ilícitas y con la aplicación generalizada de la justicia privada. No obstante, esta visión etnocéntrica no es la adecuada para analizar una subregión heterogénea desde la perspectiva étnica, cuya población ha preservado históricamente una relativa autonomía política y cultural y en la cual sólo en el último siglo se ha intensificado con relativo éxito la proyección demográfica, económica, religiosa y militar de la Sociedad nacional hacia el territorio ancestral guajiro.

En este orden de ideas la existencia de enfrentamientos intraétnicos nos lleva a estudiar las formas de organización sociopolítica que mantiene la población indígena del departamento, especialmente las estructuras políticas del pueblo wayuu y sus mecanismos ancestrales para la solución de disputas interfamiliares.

1. Factores asociados a los conflictos wayuu

Los conflictos intraétnicos surgen porque las culturas forman sistemas que no siempre son coherentes. A la existencia de fuerzas centrípetas de cohesión social y de control de los individuos con base en las normas colectivas, se opone la existencia de fuerzas centrífugas que impulsan la disgregación del sistema (Bastide, 1977: 54). Por otro lado, las sociedades no son estáticas. Los wayuu son un buen ejemplo de ello. Los cambios que se dieron tanto en su organización sociopolítica como en sus formas de subsistencia a partir del contacto con los europeos y africanos durante el siglo XVI, crearon las condiciones históricas para el surgimiento de nuevas formas de conflictos.

La introducción del ganado y otros elementos tecnoeconómicos de origen occidental conllevaron la aparición de nociones de riqueza y de prestigio al interior de la sociedad wayuu y al ordenamiento de las desigualdades sociales surgidas entre las distintas unidades sociales indígenas basadas en la tenencia de ganado. De allí podemos derivar tres de los factores fundamentales a los cuales se hallan frecuentemente asociados los conflictos wayuu: 1) el control de áreas territoriales y de los recursos naturales presentes en ellas; 2) el hurto de ganado; 3) la existencia de procesos locales de jerarquización social.

Muchos de los conflictos wayuu se encuentran relacionados con la competencia por el control de áreas territoriales entre diferentes grupos familiares indígenas. Los wayuu basan los mecanismos de control territorial en los principios de precedencia, adyacencia y subsistencia.

La precedencia se evidencia en la ocupación continuada por parte de un grupo familiar, de un determinado territorio considerado como su Wommainpaa o patria guajira y se manifiesta en forma concreta en los cementerios familiares y vestigios materiales que prueben la antigüedad de su asentamiento en esa área.

La adyacencia se fundamenta en la cercanía del eje vivienda cementerio a las zonas de pastaje, fuentes de agua, áreas de cultivo y recolección entre los pastores y en la cercanía a las salinas, lagunas litorales y áreas de pesca entre los apalaanch o wayuu de la zona costera.

El principio de subsistencia consiste en el reconocimiento social hacia un grupo familiar wayuu como explotador inveterado de unos recursos naturales adyacentes a su territorio tradicional.

Usualmente las fricciones suelen darse cuando dos grupos familiares alegan tener la precedencia en la ocupación de un mismo territorio. Sin embargo, es frecuente encontrar un tipo de conflicto ocasionado porque un grupo de parientes uterinos permite que acampe en su territorio tradicional otro grupo familiar que -huyendo de un conflicto armado o migrando debido a los intensos veranos que azotan la península- requiere el acceso a zonas de pastaje y fuentes de agua.

Quienes tienen la precedencia en la ocupación del territorio -por tanto la prioridad en el usufructo de las tierras- accede, pues la situación calamitosa del grupo que solicita con humildad el amparo de sus parientes y el pastaje de sus animales no parece significar un peligro para su preponderancia política en la zona y por el contrario, podría reforzar el circulo de parientes y allegados que les son partidarios.

Con el transcurrir de los años, los refugiados pueden prosperar y establecer una serie de alianzas matrimoniales con sus benefactores o con otras familias de la zona hasta sentirse lo suficientemente fuertes como para establecer sus propios cementerios en la zona y disputar el liderazgo político y el control del territorio a los primeros. Es posible que su ascenso económico y social, también sea visto como una amenaza por éstos, lo cual da origen a una serie de incidentes que culminan con frecuencia en un abierto enfrentamiento entre los dos grupos familiares.

El hurto de ganado adquiere cada vez más importancia como causa de enfrentamiento entre las distintas unidades familiares indígenas. A ello pueden contribuir la apertura de carreteras hacia los centros urbanos, la crisis evidente de la economía tradicional wayuu, y el debilitamiento de los mecanismos tradiconales de control social. Esta práctica se halla estigmatizada al interior de la comunidad wayuu puesto que si se comprueba que un individuo ha tomado animales ajenos deberá devolver a su dueño un número muy superior al de las cabras o reses hurtadas. Es poco probable que estas acciones provengan de individuos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR