Cruzando fronteras

La representación de la otredad implica un riesgo en el cine. A menudo se corre el peligro de ofrecer una imagen distorsionada de la realidad extranjera. Dos de las mejores cintas de la temporada evidencian el problema antes señalado, al confrontar la óptica del Hollywood clásico con el criterio posmoderno de hacer películas sobre conflictos internacionales y culturas lejanas. Todo un choque de civilizaciones entre Occidente y Oriente. Para empezar, Argo actualiza el melodrama de la guerra fría de Estados Unidos con Irán, países enemistados desde la caída del sha y el ascenso de los ayatolás. El largometraje describe con pulso, de heredero de la escuela conspirativa de los setenta, el asalto de una embajada por parte de los esbirros de la revolución islámica. Acto seguido, el antihéroe organiza el rescate épico de un grupo de super vivientes, por medio de un plan suicida y absurdo, inspirado en la producción de un trabajo de serie b de la industria. A partir de entonces, el filme admite una doble lectura. A primera vista, luce como el retrato de una nación oscurantista con visos de panfleto antimusulmán de la Primavera Árabe. El principal defecto del director reside en su incapacidad de salir del patrón anticuado de buenos contra malos. Es cuando la obra deviene en una especie de secuela western y detectivesca de Rambo. Al autor se le olvida dotar de humanidad a sus secundarios de origen foráneo. Los reduce a la condición de estereotipos de la familia del terrorismo contemporáneo. Sin embargo, el desarrollo irónico y el desenlace tragicómico logran revalorizar el discurso propuesto por el guión, convirtiéndolo en una divertida sátira política. Recomiendo atenderla hasta la sección de créditos. Allí...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR