Naturaleza, carácter y violencia: derivas a partir de Schopenhauer.

AutorGrave, Crescenciano
CargoArthur Schopenhauer - Ensayo cr

Resumen

El ensayo expone la teoría del carácter de Schopenhauer sustentado en una consideración ontológica de la voluntad. Y, a la vez--desde y contra Schopenhauer--critica la determinación necesaria de los actos humanos encontrando en el concepto de carácter adquirido una apertura por la que se introduce la libertad humana.

Palabras clave: ética, voluntad, necesidad, libertad, carácter inteligible, carácter empírico, carácter adquirido, violencia.

NATURE, CHARACTER AND VIOLENCE: ROADS FROM SCHOPENHAUER

Abstract

The essay exposes Schopenhauer's theory of character based in an ontological consideration of the will. And, at the same time--from and against Schopenhauer--criticies the need determination of human acts, founding in the concept of acquire character a base of human freedom.

Key words: will, need, freedom, intelligible character, empirical character, acquire character, violence.

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Esparcidos aquí y allá, destacando no tanto por su magnitud como por su fertilidad, en el bosque del pensamiento de Schopenhauer se encuentran algunos árboles que indican ciertos caminos que la espesura de aquél amenaza con impedir su trazado. La densidad del mundo que, en tanto naturaleza en sí no es más que un impulso ciego y caótico, y, en tanto iluminado por las condiciones subjetivas del conocimiento es una trabazón causal repelente al acaso, se impone con tal fuerza que pareciera no dejar lugar para los matices que muchas veces son los que permiten detectar el potencial comprensivo de una elaboración filosófica del mundo y del hombre. Sin embargo, apuntalando la coherencia interna de su pensamiento único, Schopenhauer delinea ciertos detalles que añaden una sana ambigüedad a las señales que ofrecen los árboles de su pensamiento. Uno de estos, que a nuestro juicio provoca una provechosa confrontación con el autor de El mundo como voluntad y representación, es su teoría del carácter.

El libro cuarto de su obra maestra lo dedica Schopenhauer a desarrollar la segunda consideración del mundo como voluntad--la primera ha planteado reflexivamente a la voluntad como la esencia única de todo lo que es--, o sea, a desplegar las implicaciones de la afirmación y la negación de la voluntad de vivir consciente de sí misma, esto es, a la ética.

La vertiente ética, inseparable de su metafísica de la naturaleza, es también la parte más seria, más pesada del pensamiento de Schopenhauer. Aquí la pregunta central es ¿qué es el hombre? Y, para nosotros, uno de sus logros más notables radica en que, en su respuesta a esta cuestión, Schopenhauer no piensa a la esencia de la condición humana como hipóstasis de la subjetividad, sino como cuerpo; como objetivación individualizada de la voluntad. Ésta es el devenir inconsciente que lleva a todos los entes a la presencia: todo lo que hay es resultado específico de la voluntad de ser; en este sentido, el hombre, antes que sujeto representante consciente de sí mismo, es una presencia natural de la voluntad.

La esencia única del mundo es el conflicto que se patentiza en la lucha de todos sus fenómenos por mantenerse en su ser, por conservar la vida. Este combate se transparenta con todo su dramatismo --cómicamente en muchos de sus eventos aislados, trágicamente en su unidad--, en la existencia humana.

Lo que somos es un nudo de necesidad y deseo que difícilmente se puede deshacer. Asumir nuestro ser y afirmar la vida es condenarnos al servicio del insaciable deseo y de la tiránica necesidad. Este lleva a que el conflicto originario --la violencia ontológica-- de la voluntad por objetivarse en distintos grados, alcance la consciencia de si misma en el enfrentamiento del hombre contra el hombre.

La existencia humana es la réplica repetida una y otra vez del impulso originario que se desgarra a si mismo a través de sus múltiples fenómenos. Vista así, la vida en general requiere de la violencia como de una fatalidad; violencia que, en el caso de la vida humana y según el solitario de Frankfurt, sólo puede ser suprimida por el ascetismo, por la negación a la que conduce el espanto por conocer lo que verdaderamente somos.

Desde aquí, las perspectivas de la vida estarían fijadas por la Escila del sufrimiento y la violencia y la Caribdis del ascetismo. Frente a este, lo que nos proponemos presentar aquí es que, si ahondamos en la teoría del carácter de Schopenhauer y su expresión en la afirmación de la vida, podemos encontrar un matiz a la polaridad anterior que nos permita afrontar la presencia de la violencia en la vida pero no sin luchar contra ella. La exposición se divide en tres partes: 1) la voluntad como devenir natural originario; 2) la teoría del carácter; 3) carácter y violencia.

  1. La voluntad como devenir natural originario

    La esencia única del mundo no está escindida de la naturaleza sino que, por una parte, ésta es idéntica a aquélla y, por otra parte, constituye el conjunto de su aparición múltiple y distinta. > (1). La Naturaleza es tanto la esencia inmanente que condiciona y constituye el nacimiento y el crecimiento de todo lo presente, como el conjunto de esa presencia, o sea, la voluntad objetivada. La manifestación de la voluntad en la presencia de los fenómenos es pura actividad ciega, puro impulso que > (2).

    Por su propia esencia, las distintas objetivaciones de la voluntad entran en pugna. > (3). Este desdoblamiento conflictivo de la voluntad, esta lucha cósmica es menos visible en los esfuerzos que la materia hace por manifestarse; pero ya en el reino animal alcanza una visibilidad extrema sometiendo al vegetal y sacrificando constantemente unos individuos por otros > (4).

    La prolongación, al interior de la naturaleza, de las victorias en esta lucha propicia la aparición, en las objetivaciones que patentizan más adecuadamente la esencia de la voluntad, de diferencias específicas respecto a las manifestaciones de sus grados inferiores. Entre estas diferencias, destacan la individualidad desarrollada como carácter y la conciencia sobre éste.

    Para Schopenhauer, la voluntad origina, desde su devenir impulsivo, libre y omnipotente, al mundo y al hombre y su conducta. El mundo y la acción del hombre son tal y como la voluntad es, pero, en la medida en que la individualidad humana es portadora de conciencia, su acto es voluntad consciente de sí. Puesto que todo lo que existe es objetivación determinada de la voluntad, la misma conducta del hombre es voluntad autónoma. Esta autonomía no proviene de la subjetividad, sino de la identidad corporal con la libertad de la esencia única del mundo.

    No es en la estructura subjetiva donde reside el fundamento del hombre; lo que éste es se expresa más adecuadamente en la conducta y no tanto en la razón abstraída. Ésta, según Schopenhauer, no hace sino acompañar el querer sin poder identificarlo con sus propias determinaciones.

    [...] el mundo como representación es a manera de un espejo de la voluntad en la cual ésta se ve con pureza y claridad que va creciendo por grados. En el hombre esta conciencia llega a su perfección, pero la naturaleza del hombre no encuentra su expresión más completa, sino en la conducta, y la razón es la que hace al individuo que pueda abarcar de una manera sintética la unidad consciente de su conducta (5). La conducta humana es la voluntad puesta en obra que, desde la reflexión sobre sus actos, accede a la conciencia de si misma como entramado de deseos desplegado en los distintos signos del dolor. El desarrollo de la conciencia en la individualidad aumenta la violencia en la percepción del dolor a cuyo padecimiento nos arroja el devenir de la voluntad. Supuesta como realidad en si misma, la voluntad no permite la identificación con las formas representativas; tan sólo sus objetivaciones pueden ser conocidas adecuadamente: ella, como cosa en si, es un envión ciego y avasallante que tan sólo puede ser sugerido simbólicamente por los conceptos filosóficos.

    Ahora bien, al objetivar ella misma los órganos que permiten satisfacer las necesidades cognoscitivas, la voluntad accede a la conciencia de su querer y de los objetos de éste. La voluntad, mediante el querer humano consciente, se da cuenta de que ella desea todo lo que es: de que ella no se quiere más que a sí misma en sus infinitas objetivaciones. Esto lleva a Schopenhauer a equiparar voluntad con voluntad de vivir. > (6). Y el querer concreto que, en el hombre, se eleva a consciencia de si, es su carácter.

    Desde el devenir de la naturaleza se presenta el carácter que es tal y como aquélla se contiene espacio-temporalmente en un cuerpo determinado. El ethos de cada uno es la concentración de tendencias en un cuerpo cuyo despliegue en los actos se puede aclarar en la conciencia. La...

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