Cuatro días

  1. Valencia. Es jueves. Si me pongo romántico, puedo decir que hasta la Luna decidió incorporarse a la celebración.Mirada desde donde la Sinfónica Juvenil afina sus instrumentos, la Luna está allí en lo alto. Nueva. Redonda.Como un reflector que ilumina desde el cielo de las azoteas las cinco grandes rosetas de metal que coronan el monumental conjunto escultural del artista colombiano Edgard Negret que esta noche, para la felicidad de esta ciudad, hemos venido a inaugurar.Estamos en la avenida Andrés Eloy Blanco de El Viñe do. El conjunto escultórico es imponente. Hermoso. Como su nombre: Horizonte paisaje agustiniano. 5 piezas de metal bermellón. Cada una promedia unos 13 metros de altura. Todas juntas, como una plantación de guaduas, sobre una plataforma de unos 17 metros de largo. La más grande obra que el maestro hizo antes de despedirse.El alcalde Paco Cabrera, con una visión de estadista ur bano, la adquirió en el año 2002. Pero vinieron dos alcaldes chavistas y la abandonaron en un depósito. El equipo del alcalde Cocchiola la recuperó y aquí estamos esta tarde noche admirándola en todo su esplendor.El acto es sencillo y breve. Como debería ser siempre en una democracia. Isandra, la conductora del proyecto, irradia satisfacción en sus palabras. El embajador de Colombia, Ricardo Lozano, y el alcalde también. Ninguno habla más de 10 minutos. La orquesta interpreta 3 piezas breves. El cielo se colorea de pirotecnia.A eso de las 8 de la noche cuando nos retiramos, la Lu na sigue en su lugar y la escultura comienza a vivir, seguramente por años. Por décadas. Quizás por siglos. Será bañada por soles, aguas, vientos. Conservará entre sus nervaduras de metal la memoria de Paco Cabrera.Y la de Negret.II. Ahora en Porlamar ya es viernes. Leonardo Padrón, cronista y poeta, vecino de estas páginas donde escribo, termina de leer el pregón que da inicio a la Feria del Libro del Caribe. Los escritores que ya han arribado a la isla están felices. El homenaje de este año será para Rafael Cadenas, nuestro poeta mayor. Una voz literaria que nos recuerda a un monje sabio a punto de recluirse para siempre en un voto de silencio.Entre quienes ya desembarcaron en la isla de los li bros se encuentra Luis Enrique Pérez Oramas, nuestro curador en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Una voz de otro tono...

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