La dama y el caporal I

  1. En reconocimiento a la que había sido una excelente gestión, Alejandro Armas se negó a relevar a Sofía Ímber de la dirección del museo que ella misma había fundado. El de Arte Contemporáneo de Caracas.Corre el año 1989. Armas es el primer presidente del Consejo Nacional de la Cultura nombrado por Hugo Chávez en su primer gobierno.Y la cabeza de Sofía, uno de los más preciados objetos del deseo de un pequeño círculo de artistas e intelectuales que, por el momento, tiene influencia sobre el teniente coronel. El círculo o rosca, como los llama el habla popular venezolana, susurra al oído del presidente que la continuidad de Ímber al frente del MACC es interpretado por el pueblo como una prueba de que las élites de siempre siguen conduciendo el aparato cultural.Sofía reúne en una sola persona todo lo que a los con jurados les perturba. Vida exitosa y cosmopolita. Formación intelectual sólida. El mérito de haber construido de la nada, en la era democrática, un museo y una colección objeto de referencia y admiración internacional. Un poder personal y una gran capacidad de lobbyng con políticos influyentes y artistas e intelectuales de prestigio continental. Y, como guinda, la fama de ser una figura pública de derecha, más el pecado mortal de haber sido la esposa de Carlos Rangel, el autor de Del buen salvaje al buen revolucionario, un bestseller que desmontaba lú cidamente las mitologías simplistas de la izquierda marxista latinoamericana y sus adoradores europeos.Armas, por supuesto, fue desplazado. Lo sustituye el artista plástico y gestor cultural Manuel Espinoza quien de inmediato, suponemos, decide ofrecer como prueba de incondicionalidad mayor al comandante en jefe llevarle la cabeza de Sofía. Lo hace y cual Herodes Antipas destituye al Bautista de su cargo y se lo ofrenda en una bandeja al teniente devenido en Salomé.Pero, más tarde, Espinoza también es sacrificado. Lo sustituye otro miembro del círculo del poder cultural ro jo. El arquitecto Francisco Sesto, encargado de cerrar el caso. Sesto, quien a la larga sería bautizado graciosamente en el mundillo cultural como Terminator II, elimina el nombre de Sofía Ímber del museo y sustituye sus logos y los de todos los museos nacionales por...

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