David Bowie no está aquí

Caminas un día por la Calle Crosby de Nueva York y buscas el número 49. Ves el Starbucks de la esquina, el restaurante turístico de la otra acera, la tienda de utensilios de cocina y piensas "aquí estuvo David Bowie". Llevaban años sacándole fotos furtivas por este barrio. Las conocías todas: la de la bufanda a cuadros y su esposa Iman y su hija Alexandria, la de la boina negra y la cartera de cuero terciado, la de los zapatos de goma amarillos y la bolsa de insumos de pintura. Qué humano te ves, Bowie -decías- ojalá el cáncer no se coma a Ziggy.Pero te habías despedido de él; todos lo hicimos. El de las fotos era un abuelo elegante tan ajeno al del Reality Tour que cuando en las Olimpiadas de Londres corrió el rumor de que cantaría dijiste "no, ese carajo se fue". Y ahí está el problema de las despedidas imaginarias, ya lo sabes: la gente sólo se va cuando la olvidan y tú, que trotabas más duro cuando Bowie grita "¡Gasoliiiine!" en "Cat People", que citabas "Little Wonder" para defender sus años noventa, que cerrabas los ojos y movías la cabeza en lo de "Ch-ch-ch-ch-changes", nunca le dijiste adiós. Bowie no volvió el 8 de enero de 2013, sólo se demoró un poco más en llegar al siguiente día.Escuchaste tantas veces "Where Are We Now?" desde entonces que hasta te dieron ganas de conocer Berlín. No la de ahora, con sus galerías y sus hipsters, sino la de aquellos tardíos setenta en los que Bowie dejó el hábito de guardar su orina en la nevera para que no cayera en manos de hechiceros ni de extraterrestres. Cuatro minutos dedicados a la Berlín de Potsdamer Platz antes de su cúpula iluminada, a la Berlín Este y Oeste con 20.00 personas que cruzan Bösebrücke por primera vez para dejar atrás un muro. "Los dedos cruzados por si acaso", dice Bowie volviendo la vista no como quien extraña una época mejor, sino como alguien que se pregunta en qué lugar nos dejó el tiempo. "¿Dónde estamos ahora? ¿Dónde estamos ahora?", no importa "mientras estés tú", se responde. Qué bueno sigues siendo.La espera se hizo larga hasta el 8 de marzo y las 17 canciones de The Next Day. ¿Qué tanto de este lamento distante habrá en todo lo demás? Berlín era la respuesta, una ciudad donde todo dejó de ser y sigue siendo.Has aprendido a querer The Next Day porque entendiste que no es un disco del tipo "este es un punto y seguido en la carrera del autor", sino un animal más extraño, una especie de centrífuga que acelera para llegar al pasado, un artefacto para inventar la...

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