Lo que dicen las estatuas

Al recorrer a pie el viejo San José donde viví por tantos años, voy encontrándome en los parques y plazas con las estatuas de los próceres modernos de Costa Rica, que adornan el paisaje urbano, y cívico, de la ciudad. Algunas me eran conocidas, como la de Rafael Ángel Calderón Guardia, que sigue frente al edificio de la Caja Costarricense del Seguro Social, fundada por él gracias a una rara conjunción de planetas, pues para darle al país una nueva legislación laboral a comienzos de los años cuarenta del siglo pasado, contó con el respaldo del arzobispo, monseñor Víctor Manuel Sanabria, y del jefe del Partido Comunista, Manuel Mora. Otras me resultan novedosas, aunque ya tuvieran tiempo de estar allí, como la del presidente Daniel Oduber, inaugurada en 1998, que se alza en la frontera entre el parque España y el parque Morazán.La de Pepe Figueres, dos veces presidente, que abolió el ejército tras el triunfo de la revolución democrática que encabezó en 1948, fue develada también en 1998. Medía tres metros, medio metro menos que la de Oduber, y fue retirada de la plaza de la Democracia en 2006. Desde entonces aguarda su reinstalación en una bodega municipal adonde fue confinada bajo el alegato de que los vándalos no la dejaban en paz, o de que Pepe merecía otra mejor.Pero que esté al aire libre, a la vista pública, o en la clausura de un almacén, es algo que no parece inquietar a la opinión pública.Próceres antiguos y contemporáneos se reparten en Costa Rica los honores que las ordenanzas municipales les deparan, sin alardes ni exageraciones. Estuve en la ciudad de San Ramón, donde nacieron tres presidentes, José Acosta, Figueres y Francisco Orlich, y se les recuerda en sordina, un pequeño museo, alguna escuela que lleva sus nombres. El culto ciudadano guarda su equilibrio, como todo en este país. En la estatua ahora embodegada, el escultor representó a Pepe vestido en mangas de camisa, no de militar, que lo fue efímeramente. Que no esté ahora en ninguna plaza, no es inquietante. Si estuviera en todas, sí lo sería.Estatuas de un mismo personaje que se multiplican, títulos rim bombantes, despliegues de poder. En Costa Rica sería impensable que el presidente saliera a la calle con una caravana de 15 vehículos llenos de guardias armados hasta los dientes, sirenas, motocicletas abriendo vía, y hasta una ambulancia. No es leyenda que al presidente Otilio Ulate lo atropelló un ciclista cruzando la calle, porque solía andar a pie, sin...

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