Dilema patriótico

En este país, donde la co-rrupción corrompió a la corrupción, donde se han anulado los pode res públicos, donde se suspendieron las libertades de manifestar y protestar, es difícil comprender el entusiasmo de algunos miembros de la Mesa de la Unidad que para acabar nuestras angustias proponen unas reuniones que son cínicamente llamadas diálogo, donde el desgobierno propone conversar advirtiendo que no cederá ante peticiones de cambios.Nicolás Maduro se ufana, en discursos por cadenas de radio y de televisión, al expresarse con incoherente verbalismo, pleno de agresiones, ofensas y amenazas, afirmando que no habrá cambios y menos aún se parlamentará sobre temas como corrupción, derechos humanos, presos políticos, solicitudes y exigencias de los estudiantes, la tragedia de las universidades. Evidenciando lo impensable para lograr la avenencia.Percatados de la ruta necesa ria para evitar la violencia política, que solo nos conducirá a enfrentamientos de irreparables y dolorosas consecuencias, también estamos seguros que al aceptar los términos impuestos por invasores soterrados, será otro de los muchos espectáculos mediáticos con los que se ha ido calmando el anhelo de cam bio aspirado por la aplastada nación venezolana. Sed de justicia que será apaciguada con los mismos espejismos de las incumplidas promesas. Eso sí, asegurando la dolorosa permanencia del tiránico régimen.La Mesa de la Unidad, agru pación que un día nos esperanzó...

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