Diplomacia destructiva

No se puede decir que Nicolás Maduro fuera esperado con impaciencia en la majestuo sa sala que acoge a la Asamblea General este año, pero sí con curiosidad. Desde fuera se ve con lástima lo maltrecho que está el país que le legó el comandante eterno y no podía ser sino interesante escuchar cómo su hijo dilecto se la piensa agenciar, contra todos los malos pronósticos y enfrentando una superlativa caída en su aceptación, para mantener el país económico y social con la cabeza fuera del agua.Pero Maduro no se presentó en Nueva York y le tocó al canciller, Elías Jaua, tomar la antorcha y ser el que diera la cara y presentara a los delegados de países, de organizaciones multilaterales y ONG el parecer venezolano de cara a los eventos transcendentes que enfrentan los países en la escena global. Era la gran ocasión de nuestro país de ser profundo, analítico y constructivo frente a los hechos mundiales.La ventaja de los que se dirigen en los últimos turnos a la audiencia de distinguidos diplomáticos en la Asamblea General es la de poder hacer referencia a los grandes tópicos que han llamado la atención de la humanidad, expuestos a través de las palabras de los presidentes que inauguraron el rosario de intervenciones de la cita neoyorquina. Y este año varios platos fuertes habían sido ob jeto de debate colectivo y ocupaban ya las primeras páginas de los periódicos del mundo. La atención global había sido acaparada, sin embargo, por los inesperados y esperanzadores planteamientos efectuados por el presidente iraní Hassan Rohani sobre la contribución de su país a la paz planetaria.Su disposición a un diálogo conciliador con...

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