Encuentro entre gigantes

El anuncio de inversiones estatales chinas en Brasil por un monto de 37.000 millones de dólares, lo que ocurrió con anterioridad a la visita de la presidenta Dilma Roussef a Pekín la semana pasada, es para cortar la respiración de cualquiera. Este solo parámetro nos da una idea del tamaño de los negocios que en estas horas se transan entre los dos gigantes que disputan, cada uno, el liderazgo de sus regiones. China es el principal socio comercial de Brasil desde hace ya dos años y ello explica que entre titanes se quieran ver directo a los ojos. Y quieran desentrañar las interiori dades del éxito económico de su contraparte. Son muchos los que sostienen la tesis de que disponiendo Brasil del más prometedor mercado consumidor dentro de sus fronteras, tiene poco que ir a buscar en la China continental. La economía brasileña creció el año pasado 7,5%, y su región norteña, menos desarrollada que el resto del país, experimentó una expansión superior al doble de ese porcentaje. Sólo ello ubica al coloso suramericano en posición de atraer hacia si las miradas interesadas de las grandes empresas del mundo, particularmente en el momento en que el gobierno socialista de Lula Da Silva ha conseguido extraer de la pobreza a contingentes enormes de su población. que ahora se encuentra en posición de consumir. Sin embargo, Brasil sigue enfrentando el problema de tener que migrar desde un modelo de desarrollo, en el que se sigue privilegiando la exportación de materias primas, hacia otro esquema en el que la agregación de valor le permita a sus productos competir en los mercados foráneos al tiempo que genera masivos empleos y ocupaciones. Un ejemplo de ello es que, a...

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