Fidel Castro, el guerrillero en la historia

F idel Castro se rebe-ló contra el dictador Fulgencio Batista, primero con el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 y luego con la invasión del Granma el 2 de diciembre de 1956. El 1° de enero de 1959, Batista huyó a República Dominicana y Fidel Castro y sus guerrillas entraron triunfantes a La Habana dispuestos a vengarse del imperio español, del imperio norteamericano, de las dictaduras y de todo el mundo. Al poco tiempo se iniciaron los fusilamientos de militares y espías del antiguo régimen.El 4 de enero el gobierno de la revolución fue reconocido por Venezuela y el 6 por Estados Unidos. El 24 de enero, apenas 23 días después de su triunfo, Fidel Castro vino a Caracas. Una multitud lo recibió en Maiquetía y se movilizó con él hasta la plaza O’Leary de El Silencio, donde pronunció un largo discurso. Luego fue recibido por el Congreso, donde habló de nuevo y fue saludado en nombre del Parlamento por el diputado Domingo Alberto Rangel con un discurso que impresionó a tirios y troyanos. Al caer la tarde otro acto multitudinario tuvo lugar en el Aula Magna de la Ciudad Universitaria.Con Betancourt no hubo em patía. En las últimas horas del mismo 24 de enero, un día verdaderamente largo, Fidel Castro se reunió con el presidente electo Rómulo Betancourt en la quinta Mary-Mar, en la carretera vieja de Baruta, que le servía de residencia.En el pequeño patio de la ca sa, aislado por cristales, ambos personajes conversaron durante dos horas y veinte minutos. Sólo hubo un testigo presente, Francisco Pividal, quien luego fue embajador en Caracas. En el momento, ninguno de los tres reveló los pormenores del diálogo. Tiempo después, Betancourt refirió que Castro le había solicitado un préstamo de 300 millones de dólares. Cuando el presidente electo le respondió que el Tesoro Público estaba exhausto, el líder cubano le solicitó el suministro de petróleo en condiciones favorables. Ni que Betancourt lo hubiera deseado, aquello era imposible.Simplemente, el petróleo lo manejaban las compañías concesionarias y para complacer a Castro el gobierno nacional habría tenido que adquirirlo de las compañías a precios internacionales.Del encuentro, el líder cu bano salió con las manos vacías. Betancourt fue el único venezolano que no se rindió al magnetismo del guerrillero victorioso. Ambos se dieron la mano a sabiendas de que era la primera y última vez que lo harían.Un acompañante de Fidel, entonces reportero y con el tiempo escritor famoso, Guillermo...

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