Las formas del viaje

Este libro abre con una frase de Flaubert: De todas las orgías posibles, viajar es la mayor que conozco. La puntería de estas palabras es extraordinaria. A partir de ese momento, el lector deja la página en blanco para subirse a un lenguaje que es también un tránsito, un movimiento, un intercambio, un desorden sensorial que crea un nuevo orden, otra experiencia de los sentidos.No hay azar en los epígrafes.Leonardo Padrón sabe muy bien cómo convertir un texto en un viaje, un libro en una orgía.El nacimiento de la crónica en nuestro idioma está irremediablemente asociado a los primeros conquistadores españoles que se decidieron, por múltiples y distintos motivos, a contar el nuevo mundo, el terri torio salvaje e incomprensible que creían haber descubierto.La crónica, como género literario, implica genéticamente que el escritor sea también un explorador, un extranjero que afila paso a paso su curiosidad; un intérprete capaz de indagar y traducir lo que va descubriendo, capaz de ejecutar con un nuevo lenguaje todo lo que escucha, lo que ve. Es en los ojos de esa niña escribe Leonardo Padrón desde La Habana donde uno siente que nunca una isla había sido tanto una isla. Que nunca tanto mar alrededor había significado tanta soledad. Porque Cuba no es ya una isla en el Caribe, es una isla en el mundo. Pocas palabras y una mirada le bastan al cronista para describirnos una geografía anímica, para contagiarnos una historia.Una gran parte de las cróni cas de este libro están escritas desde otro lugar, desde el sentido físico del viaje. Leonardo Padrón está en Praga o en Cartagena, en Salamanca o en Weston, en Bogotá o en Viena...y, desde esas ciudades, nos propone un relato que de inmediato nos jala, nos lleva, nos pasea por calles y experiencias desconocidas. Pero no se trata tan sólo de asomarse a un paisaje nuevo. Narrar un concierto de Madonna sirve también para indagar en la simbología del narcotráfico. O el relato de un festival de poesía, en una ciudad ajena, termina contándonos de otra manera la miseria política que vivimos. O una vi sita a Santa Bárbara, en la costa del pacífico norteamericano, puede ser también una excelente crónica carcelaria. Leonardo Padrón no es un guía turístico.Por suerte para todos, sus crónicas siempre se cuelan debajo de los mapas.Pero este libro propone, ade más, otro tipo de viajes, que no se miden con las mismas millas, que funcionan con meridianos y paralelos diferentes.En una crónica implacable, que mezcla la...

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