Fundamentos axiológicos de la libertad de expresión.

AutorBelandria, Margarita

Resumen

En este trabajo nos proponemos mostrar las bases filosóficas del libre pensamiento y la libertad de expresión. Para ello nos centramos en las principales doctrinas que fueron desarrollando estas ideas, y que influyeron decisivamente en las sociedades y en el ánimo de los legisladores para ser incorporadas en los ordenamientos jurídicas modernos.

Palabras clave: libertad, libre pensamiento, libertad de expresión, derechos humanos.

AXIOLOGICAL FOUNDATIONS OF FREE SPEACH

Abstract

In this paper we try to show the philosophical bases of free expression and speach. For this purpose we take into account the principal doctrines which developed these ideas that decisively influenced societies and legislators so much that they were incorporated into modern legal orders.

Key words: freedom, freedom of expression, human rights.

Introducción

En el presente trabajo examinamos los principales argumentos que demuestran los fundamentos de la libertad de expresión como derecho natural inalienable, y por tanto, las razones por las cuales ninguna autoridad está facultada para restringirlo o exterminarlo, ya que tradicionalmente, incluso antes de ser reconocido y recogido en las legislaciones, este derecho ha sido considerado como un derecho innato, esto es, como un atributo propio de la naturaleza humana (1).

Ciertamente, el problema de la libertad de expresión no es nuevo, aunque es en los últimos tiempos que el debate acerca de este derecho ha cobrado mayor fuerza, en la medida en que la tecnología ha posibilitado el más amplio desarrollo de las comunicaciones masivas, por una parte, y por el otro lado, en el hecho de que muchos gobiernos sienten una honda incomodidad ante el libre ejercicio de este derecho por parte de los medios comunicacionales y la ciudadanía en general. Pues, aunque actualmente la libertad de expresión está consagrada en la mayoría de las Constituciones del mundo civilizado, son muchos los gobiernos que se valen de medidas explícitas o subrepticias para reducir al mínimo dicha libertad. Explícitas, mediante la inflada tipificación de delitos relacionados con ella. Y subrepticias, mediante la imposición de multas, confiscación de equipos, etc. En este sentido, hoy día es fácil darse cuenta de los métodos arbitrarios de que disponen los gobernantes para hacer inoperantes las normas de protección a las libertades, pues aunque no emiten órdenes expresas de apresar pensadores, quemar sus escritos y disponer de sus vidas, no obstante, recurren a una metodología indirecta, disimulada: se manipula al Poder Judicial para lograr persecuciones y sanciones penales bajo la excusa de infracciones tributarias o de cualquier índole, o se chantajea y se extorsiona a empresarios y autoridades para dejar sin empleo ni oportunidades laborales a quienes manifiestan ideas contrarias a los intereses del gobierno; incluso, para tales fines, se llega al extremoso expediente de > a los propios ciudadanos en contra de su prójimo, de modo que dichas violaciones queden disfrazadas y sean vistas como meros > por >.

El concepto de libertad

El punto de partida de una investigación sobre libre pensamiento y libertad de expresión necesariamente debe ser el examen del concepto mismo de libertad y su opuesto: la necesidad En efecto, la expresa tematización del concepto de 'necesidad' es de muy larga data, se encuentra ya en el Libro XII de la Metafísica de Aristóteles: > (Ë, 1072 b, 10) (2). Este último y tercer significado es el más privilegiado a lo largo de la historia y el que más se ajusta a nuestros propósitos. Se enuncia también como >. En la tradición filosófica se han distinguido a su vez tres tipos de necesidad: necesidad lógica, necesidad física y necesidad moral. Hay necesidad lógica en la conclusión de un silogismo, por ejemplo; necesidad física, en la ley de gravitación universal; necesidad moral, en la existencia de leyes para la convivencia humana. La negación de lo necesario es la imposibilidad: es imposible un Estado sin ley. Lo contrario de lo necesario es lo contingente, es decir, lo que puede ser de un modo u otro: es contingente que el Derecho sea escrito o consuetudinario, por ejemplo.

Esta previa consideración de la necesidad nos hace más expedita la vía hacia la elucidación de la libertad, tema controversial sobre el cual aún no se ha dicho ni tampoco pretendemos decir la última palabra. No vamos a discutir aquí dicha controversia; nuestro punto de partida es el natural y universal convencimiento de que la voluntad humana es libre. Así pues, la libertad, en un primer significado, se refiere a la independencia respecto de la causalidad natural, en este sentido negativo (in-dependencia) se refirió Kant a ella y la llamó libertad trascendental, de la cual la libertad de la voluntad humana es sólo un capítulo. Ahora bien, la libertad en sentido positivo, entendida como posibilidad de autodeterminación, acción o elección, se da en el mundo de lo contingente. Dentro de este contexto se habla de libertad privada o personal, libertad natural, libertad pública, libertad política, libertad social, libertad de acción, libertad moral, libertad religiosa, libertad de expresión, etc. Pero estas libertades son solamente posibles en la medida en que se admita la libertad de la voluntad y con ello la posibilidad del librepensamiento. Ahora bien, que la voluntad es libre es un criterio o convicción universal que se prueba fácticamente con la existencia de los ordenamientos jurídicos mismos, pues si no, ¿qué sentido habría de tener el imponer normas de conducta a seres ontológicamente imposibilitados de acatarlas? Sería como ordenarle a una golondrina que no vuele, o a un río que vierta sus aguas al revés.

Las primeras manifestaciones y defensas del libre pensamiento

Cuando nace la filosofía griega, su objeto de reflexión --basta donde sabemos-- no estuvo centrado en el ente humano, sino en el cosmos, en el mundo de la naturaleza física, buscando un principio común y uniforme que permitiera explicarla por vías diferentes a las ofrecidas hasta entonces por el mito. Parece extraño que las primeras preocupaciones del filósofo antiguo --los milesios, por ejemplo-- no fuese la realidad social y política, que es la más cercana al sujeto y la que mejor representa la problemática más inmediata de su vida. Es más tarde, especialmente con los pitagóricos y Heráclito, que comienza a vislumbrarse lo referente a la vida social e individual, a la justicia y la ley.

Se piensa en los pitagóricos como los primeros en interesarse en el tema ético y las relaciones humanas. A pesar de no haber suficientes datos sobre su doctrina, se puede esbozar una primera 'teoría de la libertad' en el pensamiento numérico de los pitagóricos: el número es la esencia de las cosas, constituyendo un cosmos ordenado y teleológico. Este orden comprende, naturalmente, la actividad social del hombre, cuya conducta se legitimaría en el respeto armónico y aritmético del campo de acción del otro en función de un orden natural superior a la voluntad humana y regido por leyes matemáticas. Para los pitagóricos la libertad era proporcionada y no ilimitada, ya que como dice W. Jaeger al referirse a ellos: > (3). Su pensamiento político y religioso les costó a los pitagóricos muchas persecuciones y muertes. Otro presocrático de interés en la doctrina de la libertad es Heráclito, ya que sus especulaciones no se reducen al problema de la naturaleza, sino que también se refiere a la justicia y la guerra. Todo fluye, la ley del cambio rige al mundo. La libertad, entonces, ya tendrá un límite: la imposibilidad de permanecer; no es posible escoger la permanencia. Sólo se es libre en el cambio, y a propósito de la variabilidad del ser. El Logos, es una ley única, universal, de ella brota la idea de medida y proporcionalidad de los actos humanos, que se traduce en una noción de libertad. Heráclito coloca la razón por encima del sentido común y las divinidades.

La Grecia de los presocráticos fue dando paso a una sociedad mucho más compleja. El surgimiento del 'período antropológico' constituye una nueva época para la discusión filosófica, donde temas como la justicia, la verdad, la posibilidad del conocimiento, la virtud y la libertad son centrales. Este período estuvo marcado por los sofistas y Sócrates. Muchos autores concuerdan en que la sofistica fue una exigencia de la evolución democrática en Arenas y otras ciudades, a la que hay que estudiar con especial cautela, pues no puede negarse la originalidad y talento del pensamiento sofista ni el impulso que le dieron a la filosofia (4). Y, aunque provocó la crítica de casi todos los filósofos posteriores, tuvo repercusión en todas las manifestaciones del pensamiento que aún persisten en la actualidad. Protágoras presupone la libertad del hombre, a quien le atribuye el poder de decidir su percepción de la verdad, del bien y de la sociedad. Fue acusado de blasfemia, y tuvo que huir de Atenas, por sus ideas publicadas en su obra Sobre la naturaleza --libro que, se dice, fue quemado--, donde intentaba probar que por medio de la razón es imposible conocer a los dioses, atacando así las bases del orden establecido.

Sócrates enfrentó el escepticismo sofista dedicando su vida a hacerles comprender que el camino de la sabiduría empieza con el reconocimiento de la propia ignorancia, la cual es la causa del mal. La finalidad ética del individuo consistía en alcanzar su propia perfección procurando realizar el bien, puesto que el mayor de los males es cometer una injusticia. La libertad de opinión es tal cuando se fundamenta en pruebas racionales y no exclusivamente por el hecho de que sea mantenida por un gran número de personas, pues Sócrates despreciaba el principio de que la voluntad de la mayoría tuviera razón y fuerza de ley, porque >. Para Sócrates la libertad de expresión y de pensamiento es primordial, como puede verse en la Apología. En esta obra platónica se defiende el derecho a la búsqueda de la verdad: > (5). No es...

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