La guerra y la paz

El domingo 14 de abril, la aparición de equilibrios inesperados entre el chavismo y la oposición desmanteló en pocas horas la hegemonía política a cuya construcción dedicó Hugo Chávez los últimos de 20 años de su vida. Una situación que por ahora nos coloca frente a tres crisis simultáneas: crisis política, crisis institucional y, por supuesto, crisis de legitimidad. Ninguna de las cuales puede ser superada por el camino de la confrontación que ha emprendido Maduro ciegamente.Este peligro se hizo evidente cuando Capriles se negó a reconocer los resultados electorales y exigió una verificación del cien por ciento de los votos emitidos.Impulsivamente, Maduro aceptó el desafío esa misma noche, posible primer fruto modificador de las tensas relaciones del chavismo con la oposición. Como señalaría dos días después José Vicente Rangel, el apretado resultado electoral del domingo confirmaba el agudo clima de polarización en el cual vivimos los venezolanos. La respuesta pública de Maduro a Capriles permitía suponer que el aparente ganador de la jornada entendía que, en efecto, ahora la sociedad venezolana está dividida en dos mitades y que tenía que aceptar que medio país lo adverse por las razones que sea. Al día siguiente, muy temprano en la mañana, este escenario se alteró abrupta y misteriosamente cuando Venezolana de Televisión anunció por sorpresa que esa misma tarde el CNE proclamaría a Maduro como presidente electo. La respuesta de Capriles al exabrupto oficialista fueron cacerolazos cada noche y marchas diarias de protestas, el martes ante las sedes regionales del CNE y el miércoles ante su sede principal en Caracas, esta última suspendida por la amenaza de Maduro de impedirle llegar al centro de Caracas. Luego le tocó su turno la presidente del TSJ.Según ella, la constitución y las leyes no contemplaban la posibilidad de contar manualmente los votos. Vaya, que el resultado anunciado el domingo era definitivo.Se cerraba así, a cal y canto, las puertas del diálogo y el entendimiento entre el gobierno y la oposición, y Maduro le planteaba a la oposición la terrible disyuntiva de entrar por el aro de sus querencias más autoritarias o ir guerra.Entretanto, el lenguaje empleado por él en sus innumerables cadenas de radio y televisión se tornó más radical y agresivo. Entre cacerolazos de la oposición y cohetones del gobierno se escucharon esa noche infructuosos tambores de guerra. En su...

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