Guerra en La Planta

Nuevamente los violentos sucesos en la cárcel La Planta, en plena ciudad capital, vuelven a ocupar la atención de un país hastiado de la incompetencia de las policías, de los ministros, de los militares rojo rojitos más ocupados en aprovechar cualquier ocasión para meterse dinero en el bolsillo que en cumplir con su deber. Como decíamos ayer en este mismo espacio editorial, Venezuela se encuentra al garete, sin capitán que gobierne la nave a punto de estrellarse y hundirse por falta de un rumbo definido y certero. Los vecinos de El Paraíso, en Caracas, saltaron de sus camas temprano en la mañana cuando un enfrentamiento entre guardias nacionales bolivarianos (cada día más represivos desde que les cambiaron el nombre y se volvieron rojito sangre) y los reclusos de ese centro penitenciario, que tampoco son unos angelitos. Como era de esperarse, los vecinos de los alrededores de esta cárcel fueron los que más sufrieron porque no sólo vieron su tranquilidad perturbada ante los disparos indiscriminados de los cuerpos de seguridad del Estado en guerra contra los reclusos alzados, sino que sintieron que la vida de sus niños y niñas, que en ese momento marchaban hacia sus escuelas y colegios, corrían grave peligro. Igual sucedió con los viandantes, los taxistas, los comerciantes y el ciudadano común que se dirigía a su trabajo.

Parece que de nuevo la ministra Fosforito engañó al país cuando proclamó que todo estaba en absoluta normalidad y que la clausura de La Planta iba viento en popa y sería un éxito. Imaginamos que la funcionaria cree que los ciudadanos de este...

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