¿Qué hacer?

Hoy domingo, 19 de marzo, es día de san José, carpintero de Nazaret, a quien, asienta una edición extracanónica de Las celestiales en glosa al pie de página una copla que el pudor aconseja silenciar, su mujer habría puesto cuernos con el mismísimo Hacedor que, transfigurado en mansa paloma, la sedujo cual el lujurioso Zeus que se convirtió en cisne para poseer a Leda o en toro para hacer lo propio con Europa, y si creemos en la canción, habrá fiesta en la población de Elorza.Ojalá el figurante salsero que oficia de presidente acudiese allí y calzara unas alpargatas a ver si aguanta el joropo de la inquisición popular. Porque, a estas alturas del juego, son demasiadas las interrogantes que suscita la gestión de una ineptocracia cuya legitimidad no emana de la voluntad del soberano, sino del capricho de un moribundo atiborrado de fármacos, cuyo manejo de los asuntos públicos estuvo signado por la improvisación o, quizá como barruntan los teóricos de la conspiración y una buena parte del país pensante, de una conjura de la nomenklatura cubana y el alto mando militar vernáculo. Y si diversas y numerosas son las dudas generadas por una sucesión con visos de vendetta postrera, no menos variadas y numerosas resultan las incógnitas de ella derivadas.Cuando me percaté de la irre verencia contenida en el párrafo precedente, que pretendía introducirnos en el mar de incertidumbres provocadas por la inercia gubernamental y en el que, sin el salvavidas de las explicaciones, estamos a punto de zozobrar, recibí vía Whatsapp un video ante el cual mi herejía es nada por eso decidí dejarla que registra el último adiós tributado en un barrio caraqueño a un presunto delincuente abatido en ajuste de cuentas; las imágenes nos muestran unas des honras fúnebres devenidas en estruendoso y lascivo cucambé, en desenfrenado nalguiteteo, condimentado con drogas y humedecido en alcohol, en el que un par de impúdicas adolescentes, encaramadas sobe el ataúd, zarandean con furia sus traseros ¡agítense antes de usar!, al compás de un reguetón de ripiosa versificación ajena a la prosodia, que nada tiene que ver con aquellos «entierros de mi pobre gente pobre» en los que «las flores son de papel y las lágrimas son de verdad» a los que cantaba Cheo Feliciano, pero sí y mucho con la perversión moral que elevó a los pranes a la categoría de cónsules de la ministra del poder popular para los servicios penitenciarios, excesiva y almidonada denominación con la que, en mayúsculas...

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