Hacia la muerte histórica

Los fenómenos históricos marchan con calma hacia el cementerio. Su desaparición no es automática. Está sujeta a pugnas entre el presente y el porvenir que parecen interminables. La búsqueda de la inmediatez de los cambios es una ilusión sostenida en las necesidades de quienes padecen las vicisitudes de una época determinada. Sin embargo, la inmediatez es detenida por la influencia de los factores que han hecho domicilio en el interior de un establecimiento y pretenden permanencia, pese a los deseos de quienes claman por una mudanza perentoria. El reloj habitual no sirve para medir el tiempo de las grandes transformaciones de la sociedad. Solo tiene utilidad para calcular el horario fugaz de quienes lo llevan en la muñeca. La impaciencia está condenada a perder la batalla con los dominadores de los grandes procesos que conmueven a las sociedades. Son cosas que no digo por primera vez, las he asomado en el aula y en mis páginas, pero vuelvo a ellas cuando veo la juramentación de los adecos ante la constituyente y las iras que ha provocado.Trataré de explicarlas desde mi deformación de historiador.La revolución bolivariana no es una novedad en el transcurso de los hechos esenciales de la segunda mitad del siglo XX, sino una señal de postrimerías. En la década anterior al advenimiento de Chávez, o quizá antes, sucede un declive de la democracia representativa que facilita la posibilidad de lo que parece un desenlace, pero que solo es la evidencia del pronunciamiento de una decadencia que todavía no puede llegar a su desembocadura.La precariedad creciente de las organizaciones políticas, la importancia cada vez menor de los liderazgos dominantes, la mengua de la capacidad de convocatoria que antes movía masas entusiastas y crédulas, la multiplicación de actos de corrupción que pasan impunes permiten que unos protagonistas nacidos y crecidos en el seno de la misma situación se ofrezcan como reemplazo y remedio. El ocaso los invita, les pone alfombra para el tránsito, porque son parte de la misma fauna aunque se anuncien como figuras de una realidad distinta. El socialismo del siglo XXI es propuesto e iniciado por actores semejantes a los que quieren sustituir, parecidos como gotas de agua, criaturas del mismo vientre y guiñoles del mismo teatro en ruinas. No se les teme porque son asunto...

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