Hacia la segunda independencia

Para que la segunda independencia del país sea una realidad, no necesitaremos sólo del diseño de un proyecto que se centre en aquellas cosas que deben hacerse, sino también en que dicho proyecto cuente con el consenso mayoritario y no excluyente del país. La dificultad para la construcción del consenso no se encuentra del lado técnico, o en el contenido de las políticas públicas, sino más bien del lado de los acuerdos necesarios para viabilizar y mantener en el tiempo las políticas. Si nos fijamos en los errores de los planes y pro gramas del pasado, veremos que lo que ha impedido la independencia económica y social es la falta de consenso. Cuando a finales de los años setenta comenza ron nuestros problemas económicos, el sistema político lució incapaz de dar respuestas evolutivas favorables. Así, lo que no nos permitió cambiar de modelo de crecimiento, ni permitió que las políticas públicas de Venezuela evolucionaran fue que frente a cada disidencia que advirtiera sobre el problema de inviabilidad en el que se encontraba el país, esas voces no fueron escuchadas porque no provenían de los centros, exclusivos, impermeables y privilegiados de decisión política y económica. La disidencia fue algo que no fue tolerado en la sociedad venezolana y su democracia. El pánico al debate fue lo que hizo que la oposición de entonces hoy en el poder se lanzara a la oposición desleal, cuando no directamente a la conspiración contra la privilegiada posición de poder detentada por parte de los jerarcas de los partidos políticos y los centros de poder. Esto fue lo que acompañó y causó la inacción po lítica de la crisis de los ochenta y noventa...

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