¿Harina de otro costal?

La frase tradicional to-mada para el título es utilizada para señalar que se trata de otro tema o que no deben mezclarse asuntos de diferente naturaleza. Aquí, sin embargo, hay algo en común: la harina es la de trigo, cereal que casi no producimos, que importamos mucho, que ahora falta en los pastificios y en las panaderías, que genera colas y provoca las consabidas acciones con las que el gobierno resuelve o piensa resolver los problemas, es decir: intervención estatal, acoso a los productores, confiscación, entrega de una actividad productiva a quien no está en condiciones de producir.Preocupado por la visibili dad de las colas a la puerta de las panaderías, el gobierno ha resuelto acabar con el problema en el último eslabón de la cadena, no en la falta de harina, no en las limitaciones a su importación y, menos aún, en la falta de producción nacional. Nuevamente, con la pretensión de proteger al consumidor se le somete a más escasez. El ciudadano resulta así la primera víctima de la acción gubernamental. Ni qué decir de los panaderos, gente de tradición, de horario tempranero y de dedicación a lo largo del día, formados en una cultura familiar de atención al oficio, al público y al negocio.Administrar una panade ría supone una experiencia que de ninguna manera se adquiere por el mandato oficial que ordena y manda. El resultado, por lo mismo, está anunciado, como el de la ya casi olvidada ruta de la arepa. Sucederá lo que ha sucedido con las empresas y las actividades a las que se ha puesto la mano arbitrariamente, un nuevo fracaso, cuyas consecuencias habrán de sufrirlas los ciudadanos y las empresas, particularmente las pequeñas y medianas, los emprendimientos nacidos en la tradición familiar y sostenidos por el esfuerzo de generaciones y por su capacidad de innovación y de adaptación a los requerimientos de los consumidores.La actual crisis de la harina no se origina en los hornos de las panaderías. Tiene su raíz, más bien, en políticas públicas equivocadas y en las distorsiones cambiarias mantenidas por décadas al amparo de la renta petrolera. Son es tas distorsiones las que han castigado la producción nacional para privilegiar la importación y han alimentado hábitos de consumo no acordes con las...

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