El hombre araña

Mientras en las calles, urbanizaciones y barrios de Venezuela mueren decenas de ciudadanos acribillados en medio de tiroteos interminables, ya sea provenientes de bandas de narcotraficantes, sicarios o asaltantes en motos, o de militares, especialmente de la Guardia Nacional Bolivariana, o de las policías nacionales, estadales o municipales, del Cicpc o el Sebin, el señor Maduro arregla sus maletas y se va de viaje acompañado de un numeroso séquito que ya quisiera alguno de los príncipes sauditas.

Deja tras de sí un país en pleno desastre, caótico y en proceso de quiebra económica, azotado por una epidémica escasez de productos básicos y en la ruina moral más escandalosa que haya conocido Venezuela en su larga y sufrida historia.

En estas condiciones Maduro no viaja sino que virtualmente se escapa, se toma unas vacaciones con los lujos que todo viaje oficial implica, los banquetes exóticos que le sirven los mandatarios extranjeros no para agasajarlo sino para amarrarle unos contratos y terminar de apoderarse de la franja del Orinoco, rica en petróleo y en chanchullos. Lo que queda para los venezolanos de la famosa franja es un reguero de huesos que hasta la fauna depredadora desprecia.

Maduro regresará con más dinero chino en el bolsillo y con ello una montaña de facturas que deberán pagar los venezolanos en el futuro. Hasta ahora el dinero que China nos presta no ha servido para nada porque las condiciones de vida de la mayoría de los habitantes de este país no han mejorado en lo absoluto; más bien, se han empobrecido ostensiblemente.

El dinero que Maduro va a buscar, sin mostrar vergüenza alguna, se gastará en proyectos fantasmas, en construcciones faraónicas que jamás se terminan, en la compra de armamento no...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR