India: El nacimiento de una potencia moderna

AutorPasquale Sofía
CargoCentro de Investigaciones de Trabajo Social Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Universidad del Zulia psofia@libero.it
Introducción

En el imaginario colectivo de Occidente, India es la tierra del misticismo, de ricos maharajas (título atribuido a los príncipes de origen hindúes), de templos muy antiguos y majestuosos y de masas caracterizadas por una extrema pobreza. Como todas las ideas preconcebidas, esta no es la fotografía exhaustiva de la realidad de este inmenso y complejo país asiático. La imagen actual de la India es sin duda otra: la más grande democracia del mundo (en número de electores, alrededor de 600 millones) y según algunas proyecciones estadísticas, la cuarta economía mundial antes del 2020 y el segundo mercado de consumo más grande del mundo después de China. En 1997, el foro mundial económico realizado en Davos, Suiza, ha colocado a la India en el tercer lugar mundial después de EE.UU. y China, entre los países con el mayor potencial de crecimiento del sector del mercado accionario (ver anuario: Global Competitiviness Report). Además, según el Banco Mundial, India tiene un gran desarrollo en la industria siderúrgica y textilera, junto a un fuerte impulso en el sector del automóvil y farmacéutico. En los últimos años el país ha conseguido superar posiciones en el sector industrial de alta tecnología como en la aeronáutica, la electrónica, la informática y en el sector de servicios como banca y seguros.

La india, también llamada subcontinente, territorio en el cual se han cruzado, convivido y mezclado desde milenios culturas diferentes, ha obtenido en sus 50 años de independencia de Inglaterra, significativos éxitos y sensibles mejoras en todas las áreas con respecto a la situación de su historia precedente, caracterizada por una gran explotación por parte de las potencias coloniales que la dominaron por siglos. Por ejemplo, según los informes de la FAO (1996) después del período post-colonial, la producción alimenticia, por medio de la famosa “Revolución Verde”, entre los años 1951 y 1995, se ha multiplicado 4 veces y el grave problema del hambre ha sido eliminado; en cuanto al sector de la educación, según el Ministerio de la Educación, entre los años 1961 y 1991 el nivel de alfabetización se ha casi duplicado; en cuanto a la salud pública, según el Informe Anual del Banco Mundial sobre la India 2005, con respecto a los primeros años 60’, la expectativa de vida se ha duplicado y la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad según los últimos datos del Ministerio del Desarrollo Humano de la India.

Con respecto a la situación de las mujeres, se ha tenido un gran resultado llevando la condición de éstas a tener iguales derechos (por lo menos formales) y condiciones de trabajo y de sueldo básico, casi parecido al de los hombres; además, según el último Informe sobre la India del Banco Mundial, el porcentaje de la población que vive en condición de pobreza está lentamente reduciéndose, todavía con fuertes diferencias entre ciudades y áreas rurales. Sin embargo, los observadores internacionales concuerdan que, lamentablemente, la diferencia económica entre áreas rurales y urbanas, es un elemento común a todos los países de reciente industrialización.

1. India: descubriendo su historia

India ha sido por milenios una puerta entre Occidente y Oriente, geográficamente difícil de atravesar, dada la enorme cadena montañosa del Hindú Kush y del Himalaya (Afganistán y Pakistán), que ha hecho del país una casi impenetrable barrera natural para muchos pueblos o tribus que han intentado conquistarla, sobre todo, por los que llegaban desde el noroeste (Stierlin, 1999: 8-12). Los historiadores dividen su amplio pasado en dos grandes períodos; el primer período definido como el de la “Civilización del Valle del Indo” (del cual son representativas las ciudades de Mohenjo-Daro y Arappa, descubiertas por los arqueólogos en 1921-1922), va desde el IV milenio a.C. hasta el II siglo, considerado todavía lo más desconocido de la historia hindú. El segundo período llamado “Clásico”, va desde la mitad del siglo VII a.C. hasta la llamada “segunda urbanización de la India”, 650 a.C., que se desarrolló alrededor del río Ganges. Entre estos dos largos períodos, cerca del 1.400 a.C., se realizó la invasión Aria, la cual desplazó hacia el sur a los habitantes autóctonos (Totti, 2000: XXII + 839). Los Arios condicionaron en alto grado la historia de la India posicionándose estratégicamente entre las tierras del centro norte, entre el golfo del Bengala y el golfo arábico. Introdujeron su idioma -el sánscrito-, una lengua hermana del iraní, parientes del griego y del latín, de las lenguas alemanas y céltica, que constituyen la llamada comunidad lingüística indoeuropea, el cual fue asumido por los habitantes locales; llevaron consigo, además, su panteón de dioses indoeuropeos y su idioma dio contenido a los ritos religiosos y a las obras literarias 1.

La única fuente actualmente utilizada para reconstruir una cierta cronología de los eventos históricos transcurrido en la India, son los libros llamados Veda, “Los Libros del Conocimiento” producidos por la religión aria, trasmitidos oralmente hasta el 600 a.C. cuando fueron transcritos en idioma sánscrito. A los Vedas se añadieron los Rig-Veda, himnos religiosos, los cantos mágicos de los Atharva-Veda y las fórmulas sacrifícales de los Yajur-Veda, a los cuales siguen los Brahamana, textos que se ocupan del sagrado conocimiento y las Upanishad, los textos científicos, o sea lo que ciñan el paso del mito a la filosofía (así como en Grecia fue por la filosofía “presocrática”), los cuales investigan y evalúan el sentido de la existencia humana. Todas las reflexiones y la experiencia existencial, sobre aquella contenida en las Upanishad confluirán, mas adelante, en textos épicos importantes como el Mahabarata, en los Purânâ y otras obras menores y más populares.

Casi contemporáneamente a este florecer de actividades espirituales y sapienciales, alrededor del siglo VI a.C., nacieron, en el contexto del río Ganges, dos nuevas religiones que se organizaron monásticamente, las cuales predicaban la no violencia y el desprendimiento de los bienes materiales: el Jainismo y el Budismo (Tucci, 1996: 43-66). Se recuerda que sobre todo este último ha llegado hasta nuestros días con su propuesta mística fundada en la no violencia y en la reflexión profunda sobre la característica del alma humana, acercando muchos discípulos a su propuesta también en el occidente secularizado.

Este riquísimo patrimonio cultural y espiritual producido en la India, debe señalarse que desde hace sólo 150 años el mundo académico occidental se está ocupando científicamente de estudiarlo. También, se debe indicar que los griegos fueron los primeros occidentales en tener contactos, por medio de las conquistas de Alejandro Magno en el 322 a.C., con este mundo. Antes de Alejandro, en el 484 a.C., los primeros escritos sobre la India fueron de Erodoto de Alicarnasso. Sin embargo, la fuente principal de la cual el mundo antiguo extrajo informaciones sobre esta tierra, fueron los 4 libros de Megastene intitulados “Historia de India” escritos en el siglo III a.C., de los cuales se han quedado sólo pocos fragmentos. El escritor había vivido en este territorio entre el 302 y el 291 a.C. a la corte del rey Chandragupta, fundador del famoso e importante imperio Maurya que unificó la India, después de la conquista de Alejandro Magno, y dio paso a los intercambio entre India y el Occidente. El rey Chandragupta, durante su reino, se rodeó del grande estratega y hombre político Kautilya (321-296 a.C.), autor de la famosa obra de política Arthasástra 2, “Tratado sobre la Política”, en la cual describe la vigilancia sobre el Estado y de cómo se mantiene el poder político.

Todavía es con el príncipe Ashoka (269-232) cuando India llega a su máximo esplendor: entre otras cosas, vigiló la administración pública, se concibió la importancia de obras públicas como las construcciones de carreteras y representó para el Budismo lo que fue el emperador Constantino para el Cristianismo en Occidente, o sea su defensor y promotor en todo su reino.

Importantes contactos comerciales, con la creación de pequeños pueblos en la costa del Malabar (ubicados en el sur de la India), fueron establecidos también con los Romanos, de donde importaban especias, cosméticos, textiles y oro (Von Glasenapp, 1996: 17-19).

La India, en su amplio recorrido histórico, no siempre ha sido dominada por otros pueblos. Al contrario, al mismo tiempo, ha irradiado e influenciado con su arte, sus arquitecturas, sus obras literarias, sus religiones y su estilo de vida en general, gran parte del continente asiático y no solamente asiático. Dicha cultura ha sido aceptada e integrada por las demás culturas sin oposiciones clamorosas, sino muy apreciada por sus contenidos humanos, introspectivos, espirituales y de no violencia.

Otra gran civilización que siempre ha tenido contacto con el mundo hindú desde la antigüedad, por fines comerciales, fueron también los árabes, los cuales en el tiempo trasformaron las actividades comerciales en ocupación militar del subcontinente, sobre todo a partir de la India del sur.

Al finalizar el siglo X, con la conquista del Panjab (región de la India del noreste) por parte del turco Mahumud (1206-1290) que duró hasta el 1300, se hizo más poderosa la presencia musulmana. En 1526, con el rey afgano Babur se instauró el imperio Mogul, el cual duró hasta el 1857. Todavía, entre los más importantes reyes de la dinastía Mogol, para recordar es Akbar (1556-1605), el cual conquistó toda la India del norte, e intentó establecer una base política para crear una nacionalidad hindú, mezclando elementos de ambas culturas. El imperio musulmán duró hasta la mitad del siglo XIX...

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