Inocente Carreño La vida ha sido generosa conmigo

L a fiesta comenzará desde temprano hoy en la quinta Marinolca. Polos, valses, jotas y gale rones desfilarán entre las voces de los amigos más cercanos, acompañados por los acordes del piano. Son 95 años. Y el maestro Inocente Carreño los celebrará entonando 28 décimas que compuso especialmente para este día.Tengo la suerte de estar en buen estado físico y mental. Mi casa es pequeña, con un silencio privilegiado. Me levanto todos los días a las 5:00 am y hago mis respiraciones con el aire que viene del Ávila. La vida ha sido generosa conmigo.Cientos de partituras descan san desordenadas sobre la cola del piano negro de su casa. La mayoría de sus obras no han sido interpretadas hasta el momento. El maestro Carreño, sin embargo, no ha dejado de componer. Reconoce que ahora solo escribe suites cortas para violín y piano, obras para corales y canciones con aires margariteños. Mi música no la tocan, no la cantan. No sé si son difíciles, tengo más de 200 piezas para coros. Será cuando me muera. Por cierto, también tengo un Réquiem , señala como quien hace un ejercicio de memoria.Su inspiración creativa siem pre ha estado atada al sonido del mar de su Porlamar natal. Por algo fue elegido por el maestro Vicente Emilio Sojo para integrar su cátedra de composición nacionalista en la Escuela de Santa Capilla. Evencio Castellanos, José Clemente Laya, Antonio Estévez, Blanca Estrella de Méscoli, Gonzalo Castellanos, Ángel Sauce y Alirio Díaz son parte de esa camada que haría historia musical en Venezuela. Carreño es el único que sobrevive de esas primeras promociones que se graduaron en Santa Capilla.Llegué a Caracas en 1932. Ra dio Caracas tenía dos años al aire, de Pajaritos a Palma. Comencé como aficionado, cantando, tocando la trompeta y la guitarra con el trío Las Hermanitas Carreño, mis hermanas menores. Empecé a componer y tuve la suerte de que me recomendaron con el maestro Sojo.--¿Por qué decidió venirse a Caracas? --Mi hermano Francisco Ca rreño me fue a buscar. A los cinco años había quedado a cargo de mi abuela, una señora de campo, inteligente y de carácter severo. Mi casa no tenía luz eléctrica, no teníamos agua. A los nueve años me metieron en la banda del pueblo. Ahí aprendí a tocar la trompeta, en la...

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