Lecciones del pasado

Al momento de escribir mi artículo de esta semana me encuentro en la ciudad de Zagreb, hoy capital de Croacia, país que formaba parte de la antigua Yugoslavia. Vine con el objetivo de conocer la casa y la ciudad que vio nacer a mi madre, Maja Poljak de Villegas, quien llegó a estas tierras en plena Segunda Guerra Mundial, huyendo de la persecución nazi fascista, como ocurrió con cien tos de miles de ciudadanos que salvaron sus vidas y lograron rehacer su existencia en otras latitudes, sin que por ello se borrara de su memoria el horror sufrido en carne propia.También tuve ocasión de visi tar el cementerio de la ciudad, donde están enterrados algunos de nuestros antepasados, víctimas fatales de la ocupación nazi, quienes fueron asesinados por su condición de judíos. Esta visita a Croacia la tenía postergada desde hace muchos años y realmente ha sido de un alto impacto en lo personal. Imaginen ustedes lo que significó para cientos de miles, millones de seres humanos salir de su país con muy poco o nada, dejar fa miliares, amigos, tradiciones, querencias, y hacerlo en medio de una estela de miedo, indignación y dolor.Al estar en el interior de la ca sa en la cual nacieron mi madre, Maja Poljak, y su hermana Yanka sentí tristeza por ellas, por mi abuela Klara, a quien no conocí, por mi abuelo Milan, a quien tan sólo vi una o dos veces en mi vida, y también por otros integrantes de la familia Poljak que no tuvieron la fortuna de escapar con vida de la pesadilla nazi. En el patio de la vieja casa, ocupada hoy por una gentil pareja de jóvenes profesionales que gustosamente nos invitaron a pasar, entendí por qué a mi madre le costaba hablarnos de su dolorosa historia, por qué no quería ver las películas sobre la Segunda Guerra Mundial. Yo la viví en vivo y en directo, nos respondió una vez cuando le dijimos que estaban pasando una en la televisión. En ese patio no pude evitar conectarme con el dolor que con toda seguridad llegó a instalarse en el corazón de mi familia materna, como ocurrió con millones de familias que padecieron los horrores de la locura nazi fascista.Intenté imaginar cómo fueron sus últimos días en esta ciudad, cómo fue que debieron escapar hacia Italia y llegar a un campo de refugiados para luego abordar un barco con destino a lo desconocido, y aquí...

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