Maduro: más gasolina al fuego

Venezuela en recesión, a la espera de que Maduro anuncie medidas anticrisis, titulaba el 20 de enero de 2015 la agencia Efe, al referirse a los anuncios con los que el régimen confiaba en revertir el agravamiento de una crisis que tiene a su país técnicamente en recesión desde 2014. Por esos días, la calificadora de riesgo Moodys rebajó los bonos venezolanos desde Caa1 a Caa3, y un mes antes la británica Fitch Ratings había rebajado la deuda venezolana de B a CCC. Esos graves signos exigían al gobierno un cambio de su fracasado modelo económico, a la par que austeridad en el gasto, pero Maduro hizo lo contrario de lo recomendado por los más importantes economistas del país: dilapidó divisas en viajes inútiles, con delegaciones que incluían a decenas de parientes; ordenó la compra de aviones Sukhoi por 500 millones de dólares, y 500 millones de dólares adicionales para mantenimiento de los existentes, más otros despilfarros largos de enumerar, mientras los enfermos carecían de fármacos, los niños de leche y otros alimentos. Pocos días antes de anunciar sus medidas anticrisis, Maduro fletó un avión de la Fuerza Aérea hasta Madrid para recoger a 33 in vitados traídos a Caracas, con todos los gastos pagados, entre ellos dirigentes de Podemos financiados durante años por el chavismo; terroristas de ETA y otros de la CUP separatista de Cataluña, tal como acaban de denunciar esta semana los medios españoles. Esas medidas fallidas de enero de 2015 consistieron en un nuevo esquema cambiario que, lejos de unificar las tasas, fue otra devaluación facilitadora de la corrupción oficial y no resolvió el ya enorme déficit fiscal. El BCV siguió emitiendo billetes sin respaldo, incrementando escandalosamente la inflación. No se atrevió a aumentar la gasolina y ni siquiera se planteó cesar o reducir el envío de petróleo regalado a Cuba y el casi regalado a Petrocaribe. Su obsesión por congelar los precios ha impedido adecuarlos a los costos y disminuir así la escasez. Nadie puede producir a pérdida. El acoso de Maduro contra los productores e industriales del país y los exprópiese de Chávez acabaron con la agricultura e industria nacionales. Ahí están los cadáveres de Agroisleña, devenida en la ruina, también saqueada, de Agropatria, como lo fueron cientos de empresas y fincas robadas a sus propietarios, pasadas a manos del Estado y convertidas en un peladero improductivo. Esa guerra oficial contra la producción nacional perseguía masificar las importaciones...

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