Maduro, tres meses después

En la primera página de su edición del viernes de este diario se recordaba que cuando El Nacional circuló por primera vez, hace setenta años, se anunciaban en el país grandes cambios. Juan Vicente Gómez había muerto, sus sucesores estaban a punto de desaparecer y se presentía el nacimiento de una Venezuela hasta entonces desconocida. El autor de la nota no lo señala explícitamente, pero en sus líneas se percibe la insinuación de que ahora, desaparecido Hugo Chávez, a solo tres meses y algo del gobierno de su sucesor, las cosas también pueden estar a punto de cambiar en Venezuela. En una u otra dirección.Cuando a mediados de abril Ni colás Maduro asumió la Presidencia, debió enfrentar tres desafíos inquietantes. El primero y más perturbador fue la sombra de sospecha que estigmatizaba, dentro y fuera de Venezuela, la legitimidad de su mandato. Paralelamente, compararlo con Chávez le imprimía a su liderazgo una fragilidad preocupante, agravada ahora, precisamente, por el desconocimiento de su victoria electoral. En tercer lugar, la realidad le impuso al ánimo de la mayoría de los venezolanos la convicción de que las características esenciales de la economía que vivían y sufrían los venezolanos a diario, el desabastecimiento y la inflación, colocaban el porvenir de su inci piente mandato y del país al borde mismo del abismo.Maduro asumió este triple reto político de inmediato. Sus asesores se inventaron el programa Gobierno de a Pie para justificar su presencia proselitista en los principales rincones del país a ver si a fuerza de insistir se le daba un poco más de sustancia y solidez a su mandato. Al mismo tiempo, se aprovecharon las ventajas que le brindaban las formalidades protocolares de su cargo y el haber sido varios años ministro de Relaciones Exteriores, para lanzar una ofensiva diplomática que lo llevó incluso al Vaticano, con la esperanza de proporcionarle, por la vía de los hechos, un relativo reconocimiento internacional al origen de su mandato.Una jugada política que sin duda le bajó volumen a la escandalosa trascendencia del tema.Por otra parte, con la ayuda vo luntaria o forzada de Diosdado Cabello, Maduro logró controlar las diversas corrientes civiles y militares que intentaban buscar espacio propio en el crispado clima generado por la desaparición del líder del proceso. Hoy por hoy, su Presidencia es más fuerte que hace tres meses, pero ni de lejos tanto como él y sus asesores deseaban.Dentro de este...

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