El miedo novelesco

nE Doña Bárbara, aún imagen de nuestro fatum, hay una escena perturbadora, parece inicialmente puesta allí desde el puro guión. Es esa en la cual Santos Luzardo cree que ha matado a un hombre, el conocido lance donde acompañado de Pajarote, uno de los antiguos peones de Altamira, enfrenta a Melquíades, El Brujeador, espaldero de la doña y reconocido asesino.La culpa lo aturde y a continuación Gallegos dedica dos capítulos a explicar la trayectoria de la bala y a sobreinformar el relato para librar a Santos Luzardo del estigma de la violencia, de la barbarie que él vino a expulsar: no fue de su revólver de donde salió el disparo. El tormento de los principios rotos que acosa al civilizador no es poco: Por fin y por encima de su voluntad empezaba a realizarse aquel presentimiento de una intempestiva regresión a la barbarie que atormentó su primera juventud.Es la gloria roja del homicida, y no debe temerla, le insisten; pero el autor quiere sustraer a su personaje de ella, a fin de preservarlo del desgaste moral. En todo caso, la acción de la violencia se cumple, y en un acto que debemos ver como corolario de la enmienda: todo ese aleccionamiento donde el grupo de personajes parecen redimirse: Lorenzo Barquero, Míster Danger, la doña bajando el arma que apunta contra la hija, Marisela salvada en los brazos, eso creemos, de Luzardo. La prédica del hombre que ha llegado al desierto a recuperar la heredad de su familia había empezado por una suerte de diagnóstico, se informa de la condición y el estado de la disminuida herencia; luego debe vencer el recelo de los buenos, aquellos peones que habían trabajado en Altamira y no se corrompieron, resistieron entregarse al bandidaje. Los oye a todos, sus largas crónicas de origen, sus dramas y tragedia personal. Quiere saber de dónde vienen, cómo los ha marcado la lucha por la existencia, hasta dónde ha formado o deformado su alma, parece una reunión en el confesionario, pero Gallegos no pretende absolver a nadie. Busca representarse la barbarie en unos actores que puedan verse recortados sobre el horizonte, busca superar una manera de ecología telúrica, y abrir la interrogación hacia lo metafísico...

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