El misterio detrás del beso de Times Square

Aquella tarde del 14 de agosto de 1945, Estados Unidos estaba de júbilo por el anuncio del Presidente Truman de la rendición incondicional japonesa y del fin de la II Guerra Mundial. 750.000 personas se congregaron en Times Square y en medio de la multitud eufórica, Alfred Eisenstaedt se encontraba con su Leica haciendo honor a su oficio de fotoperiodista. Empezó fotografiando el desfile pero pronto un animado marinero pasado de tragos llamó su atención. "Él andaba sonriente, abrazando y besando a cuanta mujer le pasaba por el lado y entonces decidí seguirlo. Luego vi a la enfermera, me concentré en ella y, como era de esperarse, el marinero se acercó, la tomó en sus brazos y la besó", explicó Eisenstaedt en su libro de memorias. Ese día también la enfermera se rindió ante los encantos del marinero. El beso duró lo suficiente para que Eisenstaed disparara el obturador cuatro veces hasta encuadrarlos en el ángulo perfecto, mirando hacia el norte precisamente donde la Séptima Avenida converge con Broadway en la intersección de Times Square. El artista basó su escogencia también en el contraste: el uniforme oscuro de marino junto al blanquísimo traje de enfermera eran elementos ideales para el clásico acabado blanco y negro, y aportaban un dramatismo adicional al cuadro. Aun cuando esta pareja se besaba para decirle adiós a la guerra, las circunstancias no se prestaron para alguna despedida. Ninguno medió palabra y Eisenstaedt estaba demasiado atareado para anotar nombres. Cada quien siguió por su lado y 13 días más tarde la foto apareció en la revista Life del 27 de agosto ilustrando la nota "The week the war ended" de Noel Busch.

Un beso que cambió la vida. En los años 40, para una mujer de 27 años separada de su primer marido, no era conveniente admitir que anduvo besándose con un extraño. Por eso, Edith Shain calló. Por supuesto que vio la foto y claro que sabía que era ella, pero estaba tan avergonzada que botó la revista. Ese 14 de agosto estaba trabajando como enfermera en el Doctor's Hospital en Manhattan, cuand7o oyó en la radio la noticia del fin de la guerra. Al acabar su turno, corrió a la calle 42 con su amiga Lucille y, saliendo del metro, un desconocido marinero la tomó en sus brazos y la besó. "Yo lo permití porque él había luchado por nuestro país. Cerré los ojos y no lo vi. No sabía que nos habían tomado una fotografía. En un momento todo había pasado. Me fui y eso fue todo". Durante décadas, ese fue el secreto de esta enfermera neoyorkina nacida en 1918. El tiempo pasó y la vida la llevó a divorciarse tres veces, mudarse a Los Angeles y cambiar de oficio para volverse maestra de primaria. No fue sino hasta 1980 que se atrevió a confesarle por carta a Eisenstaedt quién era. "Ahora que tengo 60 años -escribió- es gracioso admitir que soy la enfermera de su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR