Mitades indisolubles

Volando hacia el oeste desde Houston en el pequeño y apretado Embrair, el desierto parece prolongase hasta el infinito, la sabana de arena y los matojos secos que se van sucediendo como si el paisaje árido se copiara a sí mismo en espejos calcinantes. Voy hacia El Paso, situado en una esquina donde se acaba Texas y la raya divisoria enseña que comienza Nuevo México, para hablar en un congreso de literatura organizado por la sede local de la universidad estatal.Pero la cuña debajo es el esta do de Chihuahua, arena desolada también y algunas elevaciones montañosas a lo lejos, mientras el río Bravo, como figura en los mapas de Estados Unidos, o río Grande, como se llama en los de México, discurre entre ambos países de manera casi invisible, a veces pequeños charcos, a veces un hilo de agua entre las piedras.Es en otros trechos de su extenso curso donde los inmigrantes clandestinos buscan atravesarlo a nado, los morrales a la espalda.A lo largo de los más de 3.000 kilómetros de frontera hay poblaciones a ambos lados que se aproximan, desde San Diego y Tijuana en el Pacífico hasta Brownsville y Matamoros en el Atlántico, pero en ninguna parte como aquí se trata de la misma ciudad dividida en 2 mitades, el antiguo poblado de El Paso del Norte, que en tiempo fue uno solo: de un lado El Paso tejano, provinciano y apacible, del otro Ciudad Juárez, feroz y multitudinaria.México para divisar. Tras la malla de acero que marca la lí nea divisoria, se alza la equis roja de sesenta metros de alto del monumento a la mexicanidad, del escultor Enrique Carbajal Sebastián, como un jack gigante que ha rodado hasta la plaza del Chamizal, un terreno que fue parte del lecho cambiante del río y devuelto a México apenas en 1964. En el centro de la equis hay un ojo que mira de manera enigmática hacia El Paso.La amiga profesora universi taria que me acompaña en este recorrido a lo largo de la cerca de acero que aparece y desaparece, y a veces es doble, con un espacio intermedio para los ve hículos de las patrullas fronterizas, me dice que ella es de los dos lados, y nunca podrá dejar de serlo. Tiene las dos nacionalidades. Vive y da clases en El Paso, sus padres residen del lado mexicano, y hoy asistirá al concierto de José Luis Perales en Ciudad Juárez.Miles de autos y transportes de carga van y vienen, estudiantes y trabajadores cruzan los accesos peatonales a través de los varios puentes para ir y volver cada día. Hay más católicos en El Paso que en Ciudad Juárez...

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