La moral del Poder Moral

Todavía no he podido olvidar a Marvinia Jiménez. Ni la marea diaria de noticias, ni los rumores hirvien do en el Twitter; ni siquiera el espanto de otros brutales casos de violencia oficial han logrado mover o tapar sus imágenes. Marvinia viste de negro y se defiende, en medio de un coro de uniformados. Una guardia la jala, la somete, la lanza al suelo. Se sienta sobre ella y la golpea. Los otros soldados miran como si no miraran. La guardia se quita el casco y lo usa como arma sobre el rostro de Marvinia. Varias veces. Los otros soldados siguen mirando. Como si no ocurriera nada.Marvinia Jiménez no esta ba manifestando. Solo estaba viendo. Grabando con su celular. El Estado la atrapó, la golpeó salvajemente, la secuestró y, después, encima, le imputó 5 delitos. Le prohibieron protestar y la sometieron a un régimen de presentación cada 45 días. Ella es una alegoría trágica de lo que ocurre en Venezuela.No estaba conspirando pero ya fue castigada y enjuiciada.Ya también tiene conculcados sus derechos políticos. Solo pasaba por ahí. Ese fue su delito.Ser testigo es un crimen.Frente a todo esto, sin em bargo, la Defensoría del Pueblo jamás se escandalizó, jamás alzó la voz de manera particular. He buscado alguna declaración de Gabriela Ramírez sobre este caso y no he encontrado nada. La violencia de estos meses también ha dejado en cruda evidencia la absoluta parcialidad del llamado Poder Moral. Su falta de independencia ya no necesita debates. Los intentos que realizan por tratar de reponer una imagen más o menos equilibrada son ahora muecas patéticas. Es fácil juzgar y pontificar sobre la represión del pasado. Es difícil justificar y legitimar la represión del presente. En estos días hemos asistido al suicidio moral del Poder Moral.Nunca está de más repetir la anotación de Elías Canetti: La historia le pone los cuernos a los poderosos. Los gobiernos chavistas que se han empeñado en juzgar los infames sucesos de Cantaura 1982, Yumare 1986, El Amparo 1988 o el Caracazo 1989, a la vuelta de los años han terminado empantanados, chapoteando en el mismo asco, ejerciendo la represión, el abuso, la tortura, invocando incluso argumentos...

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